Señal de alarma: por qué se frena la reactivación económica

Los indicadores muestran que la economía crece respecto del piso de abril, pero cada vez más lento. ¿El rebote llega a su fin?

Es uno de los pocos rubros que viene a toda marcha. En octubre, el crecimiento de la economía se frenó.
Es uno de los pocos rubros que viene a toda marcha. En octubre, el crecimiento de la economía se frenó.

La actividad económica viene en alza por inercia y anabolizada por la inyección de liquidez estatal desde que tocó un piso en abril. Ahora, por su ralentización, se abre un interrogante: ¿hay espacio para una recuperación real y sostenible o sólo es el rebote del gato muerto?

Esa metáfora es usada en los recintos bursátiles del mundo para explicar un fenómeno: tras una caída muy fuerte, los indicadores experimentan un ascenso en un plazo relativamente corto, pero sin la solidez y vigorosidad suficiente para ser sostenible.

El economista Orlando Ferreres explicó en un análisis que la paulatina recuperación de la actividad que se observaba desde el piso de abril “parece haber encontrado un obstáculo en la inestabilidad cambiaria que se agudizó durante octubre”.

La actividad cayó 4,9% en octubre con relación a igual mes de 2019. Contra septiembre, repuntó 0,5%. En los últimos doce meses, la contracción fue del 8,9% respecto del mismo período del 2019. Según ese análisis, hay una señal de alarma: la expansión mensual que determina la medición desestacionalizada, que durante agosto y setiembre superó el 1%, se redujo a 0,5% en el décimo mes del año.

El propio Indec informó en la última semana que en agosto y setiembre también se frenó el consumo en los supermercados mientras que en el caso de los electrodomésticos hay volatilidad por los cambios permanentes de precios.

María Castiglioni, directora de C&T Asesores Económicos y protitular de catedra de teoría macroeconómica de la Universidad Católica (UCA), señaló que “la recuperación se irá frenando respecto de meses anteriores porque hay menos sectores para reabrir tras la cuarentena”.

La especialista comentó que quedan algunos sectores, como la construcción, que tienen margen para ir más rápido. “Pero de fondo, la recuperación va a ser un proceso bastante moderado por las limitaciones de la macroeconomía”, expresó.

Argentina podría terminar 2020 con un déficit de entre 8% y 9% del PBI, con la pretensión oficial de 4,5% en 2021. Es un recorte fuerte, pero el agujero sigue siendo muy grande. Y como no hay crédito externo, al menos el 40% tendrá que ser financiado con deuda local.

El restante 60% se financiará con emisión monetaria. Por ello, el ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo que hay que tener “mucho cuidado” para que la inyección de liquidez que hará el Estado no vaya a ejercer mayor presión devaluatoria.

La ralentización parece no haberse plasmado en el ánimo de la gente. El Índice de Confianza del Consumidor (ICC), de la Universidad Torcuato Di Tella, subió 5,2% en noviembre, respecto de octubre; aunque sigue 1,2% por debajo de un año atrás.

Ese indicador mejoró porque los encuestados respondieron que prevén una situación personal y macroeconómica mejor en los próximos doce meses. Pero duran sobre el acceso a bienes durables e inmuebles; esto está ligado a la brecha cambiaria y al derrumbe de los salarios.

Castiglione explicó que el contexto de elecciones legislativas de 2021 lleva a pensar que el Gobierno no va a querer aplicar un ajuste drástico. Aunque si pretende reducir el rojo al 4,5% o incluso menos porque se lo pida el FMI, “habrá tensiones”.

“Va a ser un año de tensiones salariales por el enorme retraso que hay y de tensiones sociales porque la recuperación del empleo no será tan veloz como lo fue la pérdida de empleos”, indicó. Ese dato es clave si se considera que el 70% del PBI argentino es consumo interno.

“¿Cómo recuperás consumo si los salarios y el resto de los ingresos de las familias crecen por debajo de la inflación?”, se preguntó la economista. Y respondió que la lógica económica del kirchnerismo siempre apostó por tasas bajas y restricciones cambiarias para que en lugar de ahorrar, la gente se dedique a consumir.

Mercado interno y contexto global

“El crecimiento real del consumo va a ser muy moderado y eso impactará en la velocidad de la actividad”, estimó OJF & Asociados. Para la analista, ya se observa una desaceleración marcada: la industria cayó 6,6% anual en octubre y empeoró respecto de setiembre. Mientras, el comercio tampoco pudo mantener las cifras algo más alentadoras del mes previo.

La construcción es uno de los pocos rubros que viene a toda marcha y continúa recuperando terreno: en octubre la merma anual fue de sólo 5,9%, luego de nueve meses de cifras negativas de dos dígitos.

La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) coincidió con el diagnóstico. La manufactura viene recuperando, pero por ahora ninguna rama acumula crecimiento anual en 2020. Sólo alimentos y bebidas junto a químicos y plásticos están empatando niveles de 2019.

Pero FIEL también señaló la luz roja. Es porque en términos desestacionalizados, las mejoras mensuales de meses previos se interrumpieron en setiembre (-0,3%) y en octubre no marcaron un avance (0%).

Así, FIEL coincidió con Castiglione: la dinámica se ralentiza por el agotamiento del proceso de reaperturas sectoriales. Por otra parte, la difusión sectorial de la recuperación “continúa siendo acotada”, con un marcado aporte de la industria automotriz, los insumos para la construcción y la producción de alimentos y bebidas.

El contexto internacional no sería negativo, dijo la economista. El precio de la soja está en el nivel más alto en seis años y el mundo se irá recuperando, además de que hay tasas de interés muy bajas, es decir, un mundo más propenso a consumir.

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