Un gesto a favor del régimen venezolano

Argentina se abstuvo de votar en forma condenatoria a la nueva artimaña que está gestando Nicolás Maduro.

AFP
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Recientemente, la Organización de Estados Americanos (OEA) se expidió por amplia mayoría contra la decisión del régimen de Nicolás Maduro de designar en forma ilegal un consejo electoral progubernamental, destinado a supervisar las elecciones legislativas, que deben realizarse este año pero que aún no tienen fecha.

Esta nueva jugada del chavismo para consolidar su poder fue avalada por la Justicia, firmemente alineada en ese país con el gobierno.

La convocatoria a las urnas es una vez más fundamental para intentar atemperar el voraz avance del régimen encabezado por el sucesor de Hugo Chávez.

Precisamente, la Asamblea Legislativa es la que se renovará con las elecciones venideras y es ese poder del Estado caribeño el único que todavía resiste mayoritariamente al afianzado régimen autoritario.

El presidente provisional Juan Guaidó, reconocido como legítimo titular del Ejecutivo venezolano por una mayoría de países de todo el mundo, es, justo, el titular del Parlamento y una eventual derrota de la oposición en las urnas dificultaría muchísimo los intentos de destronar al chavismo del poder por la vía democrática. Tendría realmente la suma del poder.

En este contexto, no pasó inadvertida la posición de la Argentina en esta cita de la OEA, al abstenerse de votar en forma condenatoria a la nueva artimaña que está gestando por enésima vez el autoritario, por decir poco, Nicolás Maduro.

México, otro país de enorme gravitación continental, se expresó en el mismo sentido.

Se trata de otro brusco golpe de timón de la política internacional argentina, ahora seguramente orientada a, por lo menos, ser complaciente con los abusos del poder chavista.

Es una actitud cercana a la férrea postura a favor del régimen chavista que tuvo el kirchnerismo en sus doce años anteriores en el poder.

En cambio, en el período institucional de presidencia de Macri, la Argentina instó permanentemente a la comunidad internacional a apoyar toda acción que, dentro de las limitaciones impuestas por el actual régimen, permitiese avanzar hacia un gobierno realmente republicano en Venezuela.

Idas y vueltas que no dejan bien parada a la siempre errática política internacional argentina.

En este caso puntual no se puede tolerar la indiferencia hacia un gobierno claramente dictatorial que no permite que el pueblo venezolano decida sin presiones qué rumbo quiere elegir. Para peor aún, este es apenas un ejemplo de la incomprensible política exterior argentina que en vez de buscar acuerdos con los gobernantes de los países vecinos, no deja de criticarlos ideológicamente, olvidándose que la política internacional de un país defiende el interés nacional, no la ideología de los gobiernos.

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