Algunos episodios de la campaña sanmartiniana a la luz de testimonios literarios

Aunque las hazañas del Libertador están incorporadas a nuestro imaginario, existen algunas que no han tenido la atención popular merecida.

Retrato del Gral. José de San Martín.
Retrato del Gral. José de San Martín.

Muchos episodios de la campaña libertadora del General San Martín se encuentran plenamente incorporados a nuestro imaginario; sin embargo, hay otros sobre los que la atención popular no se ha fijado con tanta exhaustividad, ni tampoco han generado la misma cantidad de representaciones artísticas. En primer lugar, podemos mencionar la descripción (no la mención) de las principales acciones bélicas, y luego, en mucha mayor medida, la campaña al Perú y sus diversos incidentes.

Acerca de las batallas sanmartinianas hay un temprano testimonio en nuestro teatro gauchesco primitivo: el denominado “Detail de la acción de Maypu”, con una precisión que parece calcada sobre el parte mismo de la acción bélica redactado por San Martín, detalla los pormenores estratégicos de la contienda. Este “Detail” o “Detalle” es un sainete gauchesco anónimo, denominado en su original “sainete provincial”, y en un acto y en verso, relata los festejos en Buenos Aires luego de los dos triunfos que aseguraron la libertad de Chile.

La pieza responde a las convenciones de la poesía gauchesca, en tanto el marco del relato de la acción propiamente dicha lo constituye una colorida reunión de familiares y vecinos del granadero que regresa a traer la noticia del triunfo patriota: “En Chacabuco el tirano / pensó salir victorioso / y se rindió al valeroso / distinguido americano. /…/ En Maipú fue redotada / Lima tu loca avaricia; / y de tu Rey la avaricia / quedó Ya bien castigada”.

Todas las acciones se relatan con la óptica de un testigo, de un auténtico participante, sin omitir el dolor de la derrota: “Pues señor, el Jueves Santo, / día de mi general, /pensé que los Maturrangos / me jugasen Carnaval. /…/ ¡Viera, mi padre, qué noche! / ¡Ah pucha, Cancha Rayada […]”.

En todo el relato sobresalen las cualidades del General San Martín, la devoción que supo despertar en sus soldados y el efecto que sus arengas causaban en ellos: “Toítos a una decían: / vamos bien, mi General. / Está güeno, contestaba, / ánimo hijos y a pelear. /…/ No desmayen, compañeros, / la Virgen nos va a ayudar. / ¡Dijo tanto aquel maldito / que cuasi me eché a llorar”.

También en el marco de la naciente poesía gauchesca encontramos un “Cielito… de Bartolomé Hidalgo en el que se destacan algunas referencias a la campaña del Perú: “Si quiere saber Fernando / cuál será de Lima el fin, / que le mande cuatro letras / al General San Martín”. En el marco de esta expedición naval y terrestre se produjo un episodio, ahora caído prácticamente en el olvido, pero que durante años formó parte de la imaginería patriótica, con algo de verdad y mucho de mito.

Fue cantado por Rafael Obligado (1851-1920) poeta que, si bien no es mendocino, sí murió en nuestras tierras, en una casa de la Alameda, donde su quebrantada salud lo llevó a buscar reposo. A los treinta y cuatro años, en 1885, había publicado una selección de sus poemas, aumentada en la reedición de 1906, donde figura el poema titulado “El negro Falucho”.

El trasfondo histórico es el siguiente: el 5 de febrero de 1824, durante la Campaña al Perú, se sublevó toda la tropa de la guarnición del castillo del Callao (Real Felipe), entre ellos el regimiento del Río de la Plata y del 11° regimiento de los Andes, alegando el racionamiento y falta de pago. Hicieron prisioneros a sus jefes y el 10 de febrero izaron el pabellón español en las fortalezas del Callao.

La versión poética relata así el episodio, presentando a quien la leyenda ha erigido en protagonista principal: “Duerme el Callao. Ronco son / hace del mar la resaca, / y en la sombra se destaca / del Real Felipe el torreón. / En él está de facción / porque alejarle quisieron / un negro de los que fueron / con San Martín, de los grandes / que en las pampas y en los Andes / batallaron y vencieron”.

Producida la rebelión, Falucho se niega a plegarse a ella: “Como protesta altanera / contra menguadas traiciones, / izó nervioso, a tirones, / la azul y blanca bandera”. Conminado a enarbolar el pabellón español: “Vencido al punto el quebranto, / con fiero arranque exclamó: / ‘¡Enarbolar esa yo / cuando está aquella en su puesto! ...’ / Y un juramento era el gesto / con que el negro dijo: ‘¡No!’”.

El desenlace, ya conocido, es la muerte del valiente y leal soldado: “Ante la audacia insolente / de esa acción inesperada, / la infame turba excitada, / gritó: ‘¡Muera el insurgente!’ / y asestados al valiente / cuatro fusiles brillaron”. A modo de moraleja patriótica, la muerte lo encuentra caído sobre el pabellón nacional: “El Pacífico gemía / melancólico y desierto, / y en la bandera del muerto / nuestro sol resplandecía”.

Otro testimonio literario de la campaña libertadora es la novela “La loca de la Guardia” (1882-1896), de Vicente Fidel López (1815-1903), quien gustaba referirse a sí mismo como “el hermano del Himno”, ya que era hijo de Vicente López y Planes. Esta novela histórica fue publicada primero (como era usual en la época) por El Nacional en forma de folletín y luego en un volumen, años después, con notorias diferencias.

Según señala Hebe Molina, autora del estudio introductorio y responsable de la edición crítica, las modificaciones afectan tanto el estilo, como los contenidos ideológicos y axiológicos, sobre todo en la valoración del accionar de San Martín y las relaciones chileno-argentinas. Un factor que incide en estas variantes es la íntima relación entre la composición de “La Loca de la Guardia” y el “Debate histórico” que entabla con Mitre (1881-1882). Se revela así la actualidad del planteo teórico del novelista historiador, para quien la historia tiene que ser una narración bien contada.

Por ello López construye un ameno relato con muchas de las peripecias, aventuras y anécdotas vividas por las tropas patriotas durante el Cruce de los Andes y la Campaña Libertadora de Chile, concentrándose en gran medida en el Regimiento 11 de los Andes. Notoriamente influido por Sarmiento y su biografía de Aldao, nos presenta en los primeros capítulos un relato terrible de este personaje tan debatido dentro de la historiografía mendocina

En este mes de enero en que se han recordado varios hechos significativos relacionados con la partida del Ejército y el inicio de la campaña libertadora, no está de más recordar estos testimonios literarios, como invitación a seguir profundizando en este glorioso episodio de nuestra historia.

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