Hágase la luz

Las palabras están tomadas del Génesis: “Y dijo Dios: ‘Sea la luz. Y fue la luz”. En latín, la expresión es “Fiat lux”.

Big bang.
Big bang.

A partir de las palabras del Génesis “Hágase la luz”, realizaremos hoy una reflexión acerca de los valores significativos del vocablo ‘luz’ y de la red de términos que se entretejen en torno a esa palabra original.

Miremos, en primer término, qué verbos nos da el español relacionados con la luz. Nos surge ‘iluminar’, de raigambre latina, puesto que la voz original “illuminare” se traduce como “bañar intensamente con una fuente de luz, alumbrar, llenar de claridad”. En el corazón de esta palabra, se encuentra el término “lumen”, equivalente a nuestra ‘luz’.

Vemos que otra acepción de ‘iluminar’ lo vincula al entendimiento, pues implica ilustrarlo con ciencia y estudios: “Tras leer esos artículos se me iluminó la mente y vi todo muy claro”.

A la familia semántica de ‘iluminar’ y de ‘luz’ pertenecen dos sustantivos muy relacionados: ‘lumbre’ y ‘lumbrera’.

El primero, fuera de su valor denotativo de “fuego voluntariamente encendido”, suma la connotación de “esplendor, lucimiento, claridad”: “Por su inteligencia rápida es una lumbre entre sus compañeros”.

El segundo, definido como “cuerpo que despide luz”, se aplica únicamente a la “persona que brilla por su inteligencia y conocimientos excepcionales”. También, ‘relucir’ (“emitir luz, brillar, resplandecer”) encierra en su base el vocablo ‘luz’, en latín “lux”.

En esta búsqueda de asociaciones semánticas con la idea de ‘luz’, nos surge también el verbo ‘irradiar’ que, referido a un cuerpo, significa “despedir rayos de luz”: “La luna llena irradiaba una luz fantasmal sobre el campo dormido”.

Pero, pensando la luz como fuente de claridad y de vida, ‘irradiar’ amplía su valor y equivale a “propagar, difundir”: “Su personalidad carismática irradia su influencia a los que están a su alrededor”. Vemos que en el núcleo de este verbo se encuentra el vocablo latino “radius”, que nos ha dado en español ‘rayo’. Precisamente, un ‘rayo’ es una línea de luz procedente de un cuerpo luminoso, pero también, connotativamente, puede señalar a la persona muy viva y pronta de ingenio: “En la clase, rápidamente se destacaban sus rápidas respuestas, emanadas de una inteligencia que brilla como un rayo”.

Existe otro verbo que conforma este universo semántico de ‘luz’: se trata de ‘esclarecer’, que puede referirse a un hecho, pero también al entendimiento. En el primer caso, significará “iluminar algo, ponerlo claro y luciente”: “Con los aportes de ese testigo, se esclareció rápidamente el misterio”. Si alude al entendimiento, ‘esclarecer’ significará “iluminar la mente”: “Con tantas lecturas, fui esclareciendo mis ideas confusas”.

No debemos dejar de mencionar que el término encierra el étimo latino vinculado al adjetivo “clarus” (claro, luminoso, evidente). No en vano el participio ‘esclarecido’, usado como adjetivo, es sinónimo de “ilustre, insigne”: “Tiene una mente lúcida, brillante, esclarecida”. Y el adjetivo ‘esclarecedor’ se va a aplicar para todo hecho o circunstancia iluminadora: “Ese artículo me resultó esclarecedor para terminar de entender el tema”.

Está también relacionado con la idea de luminosidad, otro verbo similar al anterior: ‘aclarar’.

Su primer valor es “quitar lo que ofusca la claridad o transparencia de algo”: “Es necesario que hablemos para aclarar bien los hechos”. Pero, además, significa “aguzar los sentidos y facultades”: “Una buena lectura te aclarará esos puntos oscuros”.

¿Y qué sucede con ‘brillar’? Evidentemente, se relaciona con el tema puesto que se define, si se relaciona con un cuerpo, como “emitir o reflejar la luz”: “La pantalla brillaba excesivamente y tuve que oscurecerla un poco para que no me resultara nociva”. Si se vincula a una persona, ‘brillar’ es “sobresalir por alguna cualidad”: “En un rato, advertí quiénes brillaban en el grupo por su talento”.

En esta línea del brillo, se inscriben otros vocablos como ‘fulgurar’ y ‘refulgir’: uno es “destacar por su brillantez, emitir rayos de luz”; el otro, análogamente, es “emitir resplandor”: “La supernova fulguraba en el cielo despejado” y “Extrañaba ver refulgir las estrellas sobre la montaña”. En relación con ‘refulgir’, hallamos el adjetivo ‘refulgente’: “Aquí está como el cielo refulgente / ostentando sublime majestad”, usado en la marcha A mi bandera, en alusión a nuestra enseña patria.

Un sustantivo relacionado con este tema es ‘destello’ y su correspondiente verbo ‘destellar’; un ‘destello’ es un “resplandor vivo y efímero, una ráfaga de luz que se enciende y apaga de modo casi instantáneo”: “Una tormenta estival nos amenazaba con truenos y relámpagos que destellaban por doquier”.

Y de vuelta en el título de la nota de hoy: ¿qué significa ‘hágase la luz’? Las palabras están tomadas del Génesis: “Y dijo Dios: ‘Sea la luz. Y fue la luz”. En latín, la expresión es “Fiat lux”. Actualmente, la expresión indica que un asunto o enigma se clarifica.

Encontramos una serie de locuciones diversas: ‘luz de la razón’ designa el conocimiento que el ser humano tiene de las cosas, a diferencia de los animales irracionales: “Con la luz de la razón, conseguirá dilucidar el enigma”; ‘luz verde’, proveniente del ámbito vial, pasa a indicar que un camino o procedimiento está abierto para llegar a la consecución de la meta buscada: “Me dieron luz verde para continuar con mi proyecto”; ‘a toda luz / a todas luces’ son locuciones adverbiales equivalentes a “por todas partes, de todos modos” y, también, “evidentemente, sin duda”: “Esto resulta, a todas luces, ilícito”.

La locución verbal ‘dar a luz’ se puede referir tanto al parto de una mujer, como al hecho de publicar una obra; en este último sentido, puede también decirse ‘sacar a luz /a la luz’ y ‘salir a luz/a la luz’ , con valores similares: si se refiere a una cosa, equivale a “ser producida”; si alude a una obra, significa que se imprime y publica; si se dice de algo oculto, equivale a “manifestarse o ponerse a la vista”: “Pronto saldrá a la luz esa obra, fruto de sus investigaciones” y “Salieron a la luz las operaciones encubiertas que había llevado a cabo”.

Como siempre, para el final nos quedamos con una bella reflexión. En este caso, una del poeta bengalí Rabindranath Tagore (Premio Nobel de Literatura en 1913), que se acerca al tema planteado: “La fe es el pájaro que siente la luz cuando el amanecer todavía está oscuro”.

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