José Luis Verderico: “Los mendocinos somos lectores de viejos casos policiales”

El periodista publicó el año pasado una extensa investigación sobre el Caso Maure, del que ya se cumplieron 51 años. Un libro que profundiza y pone en contexto uno de los crímenes más recordados de la provincia.

El 19 de septiembre del año pasado, se cumplieron 50 años de un crimen que conmovió a los mendocinos: el de Avelino Maure. Con motivo de esa fecha, sumado a un largo interés por el caso, es que el periodista José Luis Verderico publicó su tercer libro, “Avelino Maure, 50 años”, que también resulta ser la primera publicación de la Facultad de Periodismo de la Universidad Maza, donde él se formó.

El libro, que antes de la cuarentena tuvo su primera reimpresión, es una abarcadora aproximación al hecho, que quedó en la memoria colectiva por su crudeza y por sus giros de niveles cinematográficos.

En la madrugada de ese día, los mendocinos despertaron con la noticia de que Avelino Maure, un conocido y querido profesor de matemáticas, había sido asesinado en la calle Las Cañas de Guaymallén (en donde hoy se encuentra La Barraca Mall). “En un principio, los hechos fueron contados por la esposa de Avelino, Susana Arbues, quien dijo que había sido asaltada estando con él y con un amigo de toda la vida de él, Rodolfo Giménez Jáuregui. Pero eso en tres horas se desbarató, porque había un testigo que vio todo escondido entre los cañaverales”, cuenta Verderico.

“Además, Maure venía de una familia de educadores, con un abuelo homónimo que hoy tiene varias calles con su nombre y que, de hecho, fue director de escuelas de Mendoza, fundador de la escuela Arístides Villanueva y autor de algunos tratados muy valiosos para la época”, agrega sobre el protagonista de su libro, que está a la venta en García Santos Libros (San Martín 921), Antü (Las Cañas 1833, La Barraca Mall, Guaymallén) y la librería pública Gildo D’Accurzio (España 1260). Por cualquier consulta, Verderico ofrece su mail: verdericojl@gmail.com

El libro, dice el autor, tiene como eje el periodismo judicial, en el que él se especializó durante años, “pero está redactado de manera tal que lo pueden comprender todos. Tiene cierto tono de ficción, pero, para que se entienda, no llega a ser ni Truman Capote ni Rodolfo Walsh”, explica, marcando distancia con el estilo de esos dos grandes escritores de literatura de no ficción.

Susana Arbues, detrás de su abogado, durante el juicio por el crimen de Avelino Maure.
Susana Arbues, detrás de su abogado, durante el juicio por el crimen de Avelino Maure.

-Hay mucha distancia con los hechos que contás, ¿cómo llegaste al caso?

-Yo nací en el año ’71; es decir, no había nacido todavía. Conocía el caso desde chico, de cosas que se cuentan en la familia, porque en la tradición oral siempre se hablaba del Caso Maure. En el año 95′ o 96′, cuando llevaba poco tiempo en Diario Uno, se publicó una saga de viejos casos criminales. El primero fue éste y me llamó mucho la atención. Además se daban muchos detalles, como la ubicación del lugar. Mi novia de ese entonces, hoy mi esposa, vivía en Dorrego, y después de leer el diario ese domingo nos fuimos a caminar por esa zona, donde hoy está La Barraca. Ahí encontramos una grutita que habían construido algunos conocidos y amigos de Maure, y donde mucha gente, desde el asesinato en adelante, le iba a prender velas, le dejaba carpetas y otras cosas.

-Tantos años después, el interés por el caso seguía vivo...

-Sí, me llamó mucho la atención. Siempre, a lo largo del tiempo, fui encontrando girones del asunto. Se me fueron prendiendo algunas luces y me parece que esa sumatoria me decía que me tenía que poner a hacer algo con el caso. Por lo menos, pedir el expediente...

-Algo que hiciste para escribir el libro, ¿cómo fue el proceso de documentación?

-Sí, después se sumó el interés por el desarrollo de las causas judiciales y la lectura de los expedientes. La suprema corte me gestionó y autorizó el desarchivo del expediente para que pudiera consultarlo. Estaba guardado en Giol. Se consiguió y fue un proceso muy interesante, porque fue poder leer documentación de la época, que era escrita a máquina y en un papel mucho más duradero. Te diría que en un 98 por ciento estaba en condiciones excelentes de conservación. Gracias a la experiencia de saber leer expedientes en todos estos años pude tomar un contacto real con lo que había ocurrido aquella noche. Ese fue el núcleo de la historia.

-¿Y después?

-Pasé en limpio cómo, según la Justicia, se había dado el caso: cuando comenzó siendo la investigación de un supuesto delito, cuando se termina esclareciendo y con el epílogo del juicio oral y público. Sin embargo, el expediente acumulaba al final todo lo que fue el proceso de cumplimiento de la pena de los culpables... Eso me demostró esa vieja historia que se sigue discutiendo todavía: hasta dónde la clase política puede llegar a perdonar ciertas condenas o a aliviar ciertos montos de la pena. En este caso, los culpables cumplieron menos pena de la prevista por la Justicia.

Verderico durante una presentación del libro en la Biblioteca Almafuerte de Guaymallén.
Verderico durante una presentación del libro en la Biblioteca Almafuerte de Guaymallén.

-¿Pudiste hablar con los culpables o con los familiares de él?

-Después de leer todo el expediente y de estudiarlo, me dije que hasta ahí llegaba la historia que generalmente se conocía. A medida que lo charlaba con personas de mucha confianza, me pregunté también si esa gente vivía. A la vez, cuando lo conversaba con otros, me preguntaban si los culpables seguían presos. Aunque también es muy ingenuo pensar que alguien va a estar preso en un país después de 50 años... Excepto Robledo Puch, que lleva 44 años, nadie más está preso tantísimo tiempo. Me dediqué a buscarlos.

-¿Pudiste dar con ellos?

-Me llevó un buen tiempo hasta que finalmente los encontré. Para la época de edición del libro, encontré a la que fue esposa de Maure, su asesina, y también al amigo. Al menos hasta septiembre del año pasado, vivían. Son gente mayor pero no tanto, porque en esa época eran muy jóvenes. Hoy superan apenas los 80. Viven, han pagado su pena con la Justicia y con la sociedad. Pero en esta historia, también había dos pequeños protagonistas: una hija y un hijo, que eran niños muy chicos de 5 y 3 años. También me pregunté qué había pasado con ellos y terminé encontrándolos y teniendo muy buen diálogo con ambos. Los dos viven en Buenos Aires desde hace un montón de tiempo. Ella, que es escribana, escribió en el libro su experiencia de aquella época y cómo lo vive hoy. Sus palabras son durísimas, porque pone sobre la mesa lo que siente: una mujer que, de un día para el otro, se queda sin madre porque está presa por haber matado al padre. Él también dio su testimonio.

Una de las páginas que publicó diario Los Andes durante la cobertura del caso.
Una de las páginas que publicó diario Los Andes durante la cobertura del caso.

-En este tipo de libros policiales, la estructura es muy importante, ¿cómo resolviste esto?

-Traté de darle un orden cronológico, para contar el desarrollo de los hechos y a la vez ir mechando con documentación que figurara en el expediente, como por ejemplo el croquis de lo que fue la escena del crimen. También fui reproduciendo testimonios de la época y destacando el trabajo periodístico de aquel entonces. En esos años Mendoza tenía varios diarios en papel: Los Andes, obviamente, El Andino, el Diario Mendoza... se publicaban páginas completas sobre la historia de Avelino Maure.

Ese núcleo temático le sirvió también para ampliar en varias vertientes, como algunos personajes claves de la Justicia en Mendoza, como Roberto Lavado, el hermano de Quino, quien fue el fiscal del caso. “Los Maure dejaron una huella educativa y también una huella cultural importante. Una hermana de él, Elvira, que era actriz de teatro y escribía guiones, hizo una obra a propósito del asesinato, ‘El teorema’ que rescato con fragmentos al final del libro. Fue llevada incluso a España, ganó el premio Argentores; es decir, se conoció bastante, pero hoy solo se puede leer en este libro o en la Biblioteca San Martín, donde queda un solo ejemplar”.

Verderico reconoce entonces que en su investigación hay varias vertientes y cada persona podrá enfocarse en la que más le interese: la judicial, la policial, la histórica de la justicia, la cultural y la educativa. “Y para los que simplemente les guste conocer casos policiales viejos, porque definitivamente los mendocinos somos lectores de casos viejos policiales”, define.

-¿Te has metido ya en algún otro?

-Ahora estoy trabajando en el segundo volumen de “El detective Ming”, presentado hace tres años atrás. Ya está avanzado e incluye más casos, más ilustraciones, y vuelco también algunas sugerencias o ideas que me fueron acercando gente que leyeron el libro, especialmente los chicos de las escuelas. Ahora me paró la pandemia, pero desde hace tres años que lo llevo por diferentes colegios públicos y privados. Teníamos un montón de presentaciones previstas que tuvimos que cancelar. Algo estamos haciendo igual por Zoom. Además de eso, desde marzo estoy trabajando desde mi casa y aprovecho para leer, para escribir y para avanzar con otros proyectos, como una novela que está empezando a desandar y que está, como yo lo llamo, en un “plan de obra”.

Sobre el autor

José Luis Verderico nació en Mendoza en 1971. Ejerce el periodismo desde 1993 y lo ejerce desde 1995 en Diario Uno. Ha publicado “El detective Ming” (2017), “La casa de la ciénaga” (2018) y “Avelino Maure, 50 años” (2019).

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