El granizo destruyó unos 13 millones de kilos de melón

Pese a que habrá menor oferta, los productores temen que, por la pandemia, el precio no les permita recuperar los costos asumidos.

Resultaron afectadas más de 300 hectáreas en Lavalle. Se calcula que se traducirá en 13 millones de kilos menos. Preocupan los precios / José Gutiérrez
Resultaron afectadas más de 300 hectáreas en Lavalle. Se calcula que se traducirá en 13 millones de kilos menos. Preocupan los precios / José Gutiérrez

Con la tormenta de granizo del jueves 12, se estima que se perdieron unos 13 millones de kilos de melón. Es que el fenómeno afectó a varios distritos de Lavalle en los que se produce esta fruta, típicamente estival. Sin embargo, los productores prefieren no hacer estimaciones por ahora del precio, ya que, si bien se redujo la producción, saben que el consumo también puede estar impactado por la crisis económica.

Los melones que están por estos días en las verdulerías provienen de provincias del Norte, ya que los mendocinos recién se empiezan a cosechar a fines de noviembre y principios de diciembre. De ahí que los primeros en sacarse de la planta, que ya estaban avanzados, fueran muy afectados por la piedra que, además, tuvo un tamaño considerable y su caída se extendió en el tiempo. Por eso, donde cayó, los daños fueron totales.

Juan Jaime, director de Desarrollo Económico y Turismo de Lavalle, explicó que la tormenta afectó sobre todo al melón primicia, que es el que cuenta con la ventaja de ser el primero que sale a la comercialización. Si bien los productores suelen hacer plantaciones escalonadas en el tiempo, los primeros llegan a los mercados al principio de la temporada y por eso pueden acceder a un mejor precio.

En cuanto a las hectáreas con este cultivo que resultaron dañadas, señaló que son 337 las registradas y estimó que debe haber unas 100 más, de productores de la agricultura familiar, que no están incluidos en ningún registro. Como una hectárea da unos 15 mil melones en promedio y cada fruta tiene un peso que ronda los 2 kilos, Jaime calculó que se han perdido unos 13 millones de kilos de esta fruta.

Y como en la temporada pasada el melón se pagó al productor a unos $30, se puede estimar que se perdieron unos 150 millones de pesos. Sin embargo, el funcionario municipal reconoció que, como gran parte de la producción se vende en Buenos Aires y la Costa Atlántica, y no se sabe cómo va a ser el movimiento turístico, tal vez las condiciones de comercialización no sean las óptimas.

José Ortiz, gerente de ventas Lacofrut, una cooperativa de productores frutícolas de Lavalle, explicó que el daño ha sido muy importante para aquellas fincas que se encuentran en los distritos donde cayó granizo, porque no sólo afectó a los frutos -que ya estaban en estado avanzado o incipiente, según el caso-, sino también a la planta.

El productor detalló que la fuente principal de azúcar del melón, cuando empieza a madurar, es la hoja, y como ésta resultó destruida por la piedra, aunque el fruto se haya salvado –algunos no resultaron tan dañados- podría alcanzar la maduración pero no la dulzura y, por lo tanto, resultan “invendibles”.

Ortiz, él mismo productor de melones, explicó que hacen seis etapas de siembra, para ir teniendo distintos momentos de cosecha a lo largo de la temporada. Pero a sus pares que tuvieron afectación no les quedó nada. Es que, además, a diferencia de lo que ocurre con otros productos agrícolas, que se pueden podar y recuperar, al menos en parte, a esta fruta no se la puede cosechar cuando cae granizo, aunque sea pequeño.

Lacofrut está integrada por 25 pequeños y medianos productores de melón y uva de mesa, distribuidos en distintas zonas de Lavalle. Entre todos, llegan a las 100 hectáreas productivas con el primero y, de ellas, perdieron unas 25, es decir una cuarta parte, en manos de 6 de los socios. Aunque como realizan producción a cielo abierto, prevén que el granizo puede ser una de las variables que afecte al cultivo. En general este tipo de tormentas se produce a partir de mediados de diciembre y, sobre todo, en enero y febrero, cuando el productor ya ha podido cosechar al menos una o dos de esas tandas.

El granizo destruyó unos 13 millones de kilos de melón.
El granizo destruyó unos 13 millones de kilos de melón.

Esto es, precisamente, lo que señala Raimundo Fuentes, quien perdió el 100% de su producción en El Paramillo, a unos 5 kilómetros de villa Tulumaya (cabecera departamental). El hombre planteó que el melón estaba a 10 ó 15 días del momento de iniciar la cosecha y que la tormenta le llevó casi 20 hectáreas con este cultivo. Y no sólo a los que ya estaban madurando, sino también los que estaban naciendo; además de sandía, uva y zapallo.

Fuentes resaltó que la piedra fue muy grande y cayó durante 40 minutos, por lo que no se salvó nada. Si bien en su vida dedicada a la actividad agrícola se ha visto afectado en más de una ocasión por este tipo de contingencias, indicó que lo más común es que el granizo caiga en febrero, cuando el productor ha alcanzado al menos a pagar las deudas.

En cambio, este año los tomó al principio de la temporada y si bien volvió a plantar melones, resaltó que van a salir casi en marzo, cuando se arriesga a que una nueva tormenta le destruya la producción. Pero, además, llegará a los mercados de Buenos Aires cuando ya ha entrado otra fruta y el consumidor ya está un poco “cansado” de comer melón, por lo que el precio es bajo.

Por esto, Fuentes optó por replantar apenas el 20 a 30% de lo que había sembrado durante la primavera. Las semillas, agregó, son muy caras e híbridas, por lo que no se puede, como hacía su padre, utilizar la semilla que está en el fruto para obtener las plantas de la próxima temporada.

El productor reconoce que ahora ya está mejor de ánimo, pero que en los días posteriores a la tormenta tanto él como quienes trabajan en la finca, estaban muy “bajoneados”. Como son muchas las tareas que realizar, hay personas que participan de las labores a cambio de un porcentaje de lo producido y ellos también perdieron todo. Agregó que él tampoco los puede ayudar mucho porque los números están complicados.

“El campo es así. Hay que agacharse y seguir. Tampoco podemos quedarnos parados”, lanza. Señala que se las van a ir rebuscando con alguna verdura de la época y que, si vuelve a caer piedra en enero o febrero sobre los melones nuevos, esperarán al año que viene. “Vivimos de eso. Es como jugar a la quiniela”, señaló.

Raimundo Fuentes cuenta que toda la vida se ha dedicado a la producción de melones y que hace tres décadas es integrante de la cooperativa Lacofrut. Explica que los productores se reunieron para poder acceder a mejores condiciones de comercialización. El melón, detalla, es un producto que hay que levantar cuando está a punto, porque al día siguiente se pasa.

Antes de agruparse en la entidad, continuó, si el precio estaba bajo al momento de cosechar, el comprador no iba a buscarlo y, cuando el valor se recuperaba, se había perdido más de la mitad de la producción, que se echaba a perder en los callejones de la finca. En cambio, ahora, al trabajar de modo asociado, tienen intermediarios en Buenos Aires y, cuando empiezan a plantar, el producto ya está vendido. Por otra parte, como se buscó que los socios de la entidad estén repartidos en distintas partes de Lavalle, aunque algunos hayan perdido la producción, otros se salvaron y pueden seguir abasteciendo a los compradores.

En cuanto a las características que hacen de Lavalle el productor por excelencia de melones, detalló que esta fruta necesita de una temperatura superior a los 20° durante la noche, para que realmente sea dulce. Por eso, en el departamento, el último distrito hacia el sur en el que se puede plantar para que alcance este dulzor es Las Violetas. La “zona melonera” está conformada por Paramillo, La Palmera, Jocolí, 3 de Mayo y Las Violetas.

Fuentes señala que, en cuanto llegan al mercado de Buenos Aires, desplazan a los melones santiagueños, porque alcanzan más grados brick (dulzura). En cambio, se mantienen en disputa con los de Media Agua (San Juan), que tienen características similares.

En la cooperativa, añadió, los trabajan de modo casi artesanal, con riego por goteo, nylon en el suelo para que conserve la temperatura durante la noche y manta térmica por encima de la planta (una especie de túneles) para que el calor no se vaya cuando cae el sol.

El granizo destruyó unos 13 millones de kilos de melón.
El granizo destruyó unos 13 millones de kilos de melón.

Franco Vargas y su familia tienen una finca en Las Violetas y si bien quedaron dentro de la franja en la que cayó granizo, lograron salvar un 20 a 30% de los melones. Y destacó que no sólo los de la primera tanda, que sale a principios de diciembre, sino los de la segunda también. Las dos primeras, agregó, son aquellas con las que el productor espera recuperar lo invertido en la plantación.

En cuanto a los que se salvaron, explicó que, como la planta sufrió estrés, los melones se ven amarillos y tienen perfume, pero no dulzor; lo que se conoce como un “melón pepino”. Para alcanzar los grados brick que debe tener la fruta –entre 8 y 10-, se pueden colocar distintos nutrientes y se logra un nivel de azúcar aceptable.

Vargas comentó que, de este modo, han logrado que los frutos que sobrevivieron estén dulces. Si bien no son de primera, porque tienen algunos piquetes, se puede vender como de segunda y tienen buen sabor. Además, en la finca volvieron a plantar melones, más tardíos, que van a poder sacar recién a mediados o fines de febrero. El desafío, plantea, es sortear los meses que les quedan hasta entonces.

Sobre el precio, indicó que, como con la mayoría de los productos agrícolas, depende de la oferta y la demanda. Y, como también ha sucedido con otros cultivos, este año han tenido un incremento importante en los costos, de la mano de la suba del dólar. Por otra parte, para poder defender un poco mejor la mercadería, se debe apostar a la calidad, lo que demanda una mayor inversión.

José Ortiz comentó que los socios de la cooperativa venden su producción en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba y que en Mendoza sólo comercializan los de segunda. Estos son los melones que tienen alguna mancha porque se asolearon de más y, si bien están en un punto óptimo para comerlos, no toleran el par de días que demoran en llegar a destino. Lo mismo sucede con los que tienen piquetes, que pueden consumirse, pero hay riesgo que de que en el trayecto les ingrese humedad y se desarrollen hongos, por lo que optan por destinarlos al mercado local.

Ortiz señaló que el melón no es un cultivo fácil, ya que si llueve mucho se pudre y si hay sol fuerte, se mancha. Si bien la planta de zapallo es similar, es más curtida. Además, aunque cada planta puede llegar a dar tres melones, en la media sólo uno a uno y medio son vendibles, ya que el resto tienen deficiencias.

El productor prefirió no adelantar cuál puede ser el precio, pero estimó que viene un año complicado. Es que se trata de una fruta que se come en las Fiestas, en las reuniones, en las salidas de fin de semana, todas actividades que están limitadas por la pandemia. Por otra parte, la recesión económica lleva a que muchos no puedan comprar una fruta, por mucho que les guste.

Por lo general, añadió, el precio de los melones de La Rioja y de Santiago del Estero, que son los primeros en salir, suele estar un 30 a 40% por encima del de los mendocinos. Como hoy una caja de los del norte está en los $1.000, significa que cuando salgan los lavallinos podría valer unos $600. Con ese valor, planteó, no cubren los costos.

Asistencia a los productores

Valentina Navarro, directora de Agricultura de la provincia, explicó que, luego de un fenómeno de este tipo, personal de la Dirección de Contingencias Climáticas sale a recorrer las zonas afectadas para realizar un relevamiento aquellas en las que efectivamente se produjeron daños. Además, se habilita el plazo de 10 días hábiles para realizar las denuncias. Luego de la tormenta del 12, llegaron 113 desde Lavalle, de productores que están inscriptos en el RUT (Registro Único de Tierra).

De ellos, detalló la funcionaria, algunos cuentan con el seguro agrícola y cobrarán el monto correspondiente -$3.900 por hectárea con hortalizas en el oasis centro y norte-, pero otros no cuentan con esta cobertura y algunos no están incluidos en ningún registro: ni el RUT, ni el Renaf (Registro Nacional de Agricultura Familiar) ni el Renspa (Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios, del Senasa).

Desde el gobierno provincial han solicitado a los municipios de Lavalle y de Las Heras un listado con todos los productores afectados, para, con el número preciso, ver de qué manera se los puede asistir. La idea es entregar bolsas de semillas, de cultivos de ciclo corto, a los informales y realizar una campaña para promover la inscripción en los registros (obligatoria) y del pago del seguro agrícola, que para la horticultura tiene un valor por hectárea, para toda la temporada y este oasis, de $192.

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