Sin fondos nacionales para combatir la lobesia: Mendoza inicia un plan de mitigación “mínimo”

Desde la Nación aún no hay respuestas al pedido de los $3.600 millones que solicitó Mendoza para combatir la polilla de la vid. La provincia lanzó un plan de acción que será “minimo” para el que aportó $1.500. El peligro a que recrudezca la plaga y afecte gravemente a la producción vitícola.

Lobesia botrana: Iscamen realizará una campaña de control muy acotada por la falta de fondos.
Lobesia botrana: Iscamen realizará una campaña de control muy acotada por la falta de fondos.

Llegó septiembre, la fecha límite, y mientras no hay novedades sobre los fondos nacionales para hacer frente a la plaga de la polilla de la vid, desde Mendoza decidieron dar comienzo a la campaña de mitigación 2023/24 con recursos propios.

Los $1.500 millones que dispuso el Ministerio de Economía para combatir la Lobesia botrana permitirá realizar una campaña mínima, de mantenimiento, pero nada impide que se intensifique la presencia del insecto y se vean seriamente afectados los cultivos.

“Cuando vino (Sergio) Massa a Mendoza prometió 3.500 millones para la campaña lobesia, pero hasta ahora no hay ningún gesto, no hay nada, nada. Solamente están los recursos provinciales y es muy poquito lo que se va a hacer, vamos a priorizar solamente aplicaciones aéreas, pero no vamos a poder comprar, por ejemplo, los difusores de feromonas”, afirmó Alejandro Molero, presidente del Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza (Iscamen), que tiene la responsabilidad de llevar a cabo la campaña de mitigación de la lobesia.

Sergio Moralejo, subsecretario de Agricultura y Ganadería de Mendoza, no hizo más que ratificar las declaraciones de Molero. “Vamos a comenzar con recursos propios la campaña porque hasta el día de hoy, no hemos tenido ninguna contestación oficial (de Nación), ni tampoco transferencia alguna, lo cual no implica que no vayamos a insistir, pero por una cuestión de tiempos vamos a comenzar con la campaña con fondos de la provincia y va a ser para algo mínimo”, sostuvo el funcionario mendocino.

Los recursos para la campaña

Con la venia de las entidades representantes del sector vitivinícola, el gobierno mendocino envió el 21 de junio la petición formal de los fondos al secretario de Agricultura de la Nación, Juan José Bahillo.

En la solicitud de asistencia financiera hubo tres alternativas. En primer lugar, estaba el pedido de $3.600 millones para implementar una campaña “remomendable” para disminuir sustancialmente la presencia del insecto. En segundo lugar, se planteó una hipótesis de máxima que implicaría una inversión de $5.000 millones para atacar con todas las fuerzas con el fin de lograr la erradicación de la polilla de la vid.

La tercera y última alternativa planteada fue el desembolso de $2.500 millones, lo mínimo indispensable, para controlar que la plaga no avance sobre los viñedos.

Al no tener novedades sobre una posible transferencia de los recursos nacionales, Mendoza comenzó la ejecución de un plan de emergencia con $1.500 millones.

Nuestra aspiración en principio es hacer una campaña de mantenimiento y si la Nación en algún momento envía los fondos, poder ampliarla. Pero por ahora, como eso no ha ocurrido y es imprescindible atender este requerimiento, vamos a empezar con recursos provinciales”, afirmó Moralejo.

De acuerdo al Subsecretario de Agricultura mendocino, los tiempos apremian y es imperioso iniciar ya que “más allá del encadenamiento que se produce en toda la cadena de la viticultura, los que se encuentran con menor producción cuando no se ataca la lobesia son los productores porque el volumen de producción disminuye y por ende tienen menores ingresos. Son el eslabón más débil de la cadena”, remarcó.

Contra la lobesia: qué se puede hacer y que no

Haciendo uso exclusivamente de los recursos provinciales el Iscamen tiene previsto ejecutar “un plan de acción un mínimo, de sostenimiento” en algunas zonas donde tienen la posibilidad de implementar herramientas a gran escala, como las aeroaplicaciones, pero eso implicará dejar desprotegidas otras áreas que tienen presencia de la polilla de la vid. Para hacer frente a esa parte, será el productor el que deba salir a realizar aplicaciones por su cuenta y esperar a que surta efecto.

Según explicó Guillermo Azim, responsable técnico dentro del Iscamen de llevar adelante la campaña contra la lobesia, a partir del aporte de los $1.500 millones “se puede trabajar con herramientas de grandes áreas, pero si son solamente estos fondos, obviamente que hay áreas que van a quedar lamentablemente desprotegidas porque no son fondos suficientes, por ejemplo, para adquirir difusores de feromonas que son los insumos más onerosos y abarcan gran parte del presupuesto. Entonces al tener un presupuesto acotado no nos permiten cubrir grandes superficies”, indicó.

El Iscamen realizará pulverizaciones aéreas para el control de la Lobesia botrana.
El Iscamen realizará pulverizaciones aéreas para el control de la Lobesia botrana.

De acuerdo a Azim, el plan de mitigación que está en desarrollo apunta a trabajar “en áreas donde hay muchos cultivos semi abandonados o abandonados como es la zona Este, sobre todo”.

En este caso, realizarían la aplicación aérea de feromonas y también de insecticidas específicos “que permita al menos evitar un gran rebote de las poblaciones de la plaga en esa zona. Estamos hablando de unas 60.000 hectáreas que se pueden llegar a trabajar de esta manera, con las dos herramientas combinadas”, detalló.

Sin embargo, el aspecto negativo es que “estamos dejando afuera del área de trabajo muchas zonas que están con presencia de la plaga y donde, si no se hacen los trabajos, la plaga es muy probable que retome su crecimiento”, comentó.

En esa situación quedarían fuera de alcance “el Valle de Uco y gran parte del oasis Norte, donde no se puede trabajar con estas herramientas porque son muy pobladas. Eso es lo que ocurre cuando tenemos presupuestos acotados”, insistió.

Ante la falta de presupuesto tampoco se cubre la compra de insecticidas que se les entrega a los viñateros para que apoyen la campaña realizando aplicaciones en las parcelas. Para cumplir con esa etapa del plan de acción, serán los productores los que deban hacer frente a ese gasto.

“Es una obligación que tienen los productores”, de aplicar los insecticidas, “pero cuando dejamos el control de lobesia en esa situación, te encontrás con productores que curan a tiempo, otros que curan a destiempo y otros que no curan, y como la plaga migra entre parcelas, el resultado global termina siendo bastante negativo”, sostuvo.

La experiencia indica que “cuando se aseguraba que en todos los predios había control de forma garantizada, porque estábamos nosotros presentes entregando el producto y haciendo el seguimiento era una cosa y cuando cada productor intenta hacer lo suyo y no de forma coordinada, la plaga crece”, destacó el técnico de Iscamen.

Para redondear el panorama, Azim no dudó en remarcar que “la situación es complicada” y si bien “se va a tratar de evitar un gran rebote en zonas que son muy complejas”, también afirmó que si una parte se deja en manos de lo que pueda hacer el viñatero, según sus posibilidades, está el riesgo de que “la plaga se escape en cultivos donde no se hacen tratamientos normalmente, entonces comprometemos aún más la sanidad de la provincia de cara a esta campaña y las que vienen, porque sería muy difícil después hacer retroceder de nuevo las poblaciones”.

Para poner blanco sobre negro, el plan de acción que puso en marcha el Iscamen con los recursos provinciales permitirá “sostener el monitoreo de la plaga para conocer el estado de situación de cada zona, eso ha sido una herramienta base para definir los planes de control”, dijo el ingeniero.

También van a avanzar “con las aeroaplicaciones tanto de feromonas pulverizables como de insecticidas”, añadió.

Lo que no estará comprendido dentro de la campaña próxima a comenzar es la adquisición de emisores de feromonas lo mismo que la compra y entrega de insecticidas para que el productor aplique por cuenta propia.

Polilla de la vid: por la falta de recursos, el productor deberá adquirir los insecticidas para realizar las aplicaciones.
Polilla de la vid: por la falta de recursos, el productor deberá adquirir los insecticidas para realizar las aplicaciones.

Si se diera el caso que en los próximos días se produzca el desembolso de fondos por parte de la Nación “se podrían sumar esas herramientas (difusores de feromonas e insecticidas) que hoy no estarían disponibles”.

Igualmente “no sería antes de octubre porque hay que realizar el proceso de licitación y eso lleva como 20 días, después está toda la logística para realizar la entrega a los productores y eso también lleva su tiempo”, comentó Azim.

Además, los tiempos en que los emisores de feromonas se tienen que colocar, el recomendable, es hasta mediados de septiembre, más tarde baja la eficacia porque habría una parte de la población del insecto que no logramos evitar que se reproduzca y no se reducen tanto las poblaciones como colocándolos a tiempo”, redondeó el ingeniero.

El porqué de comenzar en septiembre

Comenzar el combate contra la plaga en septiembre no es algo caprichoso. A partir de la segunda quincena, aproximadamente, garantiza la máxima efectividad de las herramientas que se utilicen, en particular, si hay disposición de los emisores de feromonas.

Para esta época “el insecto está saliendo de su hibernación, digamos, y está empezando a volar una parte de la población como mariposa. Es cuando empiezan a buscar pareja, esa es su primera misión biológica. Si los difusores de feromonas están colocados en el viñedo, le impide encontrar pareja, porque lo que hace el difusor es interrumpir ese canal de comunicación entre los machos y las hembras, entonces al no encontrar pareja, mueren vírgenes las hembras y los machos y se interrumpe la multiplicación de la población”, explicó el ingeniero Guillermo Azim.

En el caso de que los implementos se coloquen fuera de tiempo “ya una parte de esa población de los insectos formó pareja, copuló y ya es una parte de la población que no logramos evitar y que va a seguir dando vueltas en la temporada”, sintetizó.

Las zonas afectadas por la lobesia

La Lobesia botrana se encuentra presente en unas 135.000 hectáreas del total de hectáreas que hay implantadas en la provincia con viñedos.

Desde que se descubrió la presencia de la plaga en 2010, con el correr de los años, las pérdidas en promedio alcanzaron el 40% de la producción vitícola. Hubo áreas en las que la lobesia dejó a viñateros sin poder cosechar un solo racimo y en otras la afectación alcanzó un 50% de la producción de uva.

Las campañas más exitosas se realizaron en 2017 y 2019, con presupuestos que rondaron los 15 a 17 millones de dólares.

Ese trabajo permitió disminuir la presión de la lobesia hasta un 95% con respecto a lo que ocurrió entre 2015 y 2016 cuando fue el pico máximo de la plaga.

Sin embargo, ese pequeño porcentaje restante, fue recrudeciendo e hizo que la polilla de la vid continúe siendo una preocupación en tres de los cuatro oasis productivos de Mendoza.

“Después de ese tipo de campañas grandes, se trabajó con planes de control mínimo y la plaga fue retomando y este último año, la campaña 2022/23 donde se contó con un presupuesto intermedio, la plaga decreció un 40% respecto a la campaña anterior.

Actualmente, las zonas más afectadas son principalmente el oasis Norte y Este y detrás aparece el Valle de Uco. En el caso del sur mendocino la presencia de la lobesia es casi imperceptible.

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