Malvinas: cuando más ignoremos a los isleños, peor nos irá

Las Islas se encuentran en la misma situación jurídica de hace más de medio siglo a pesar de las declaraciones triunfalistas de diferentes gobiernos, constitucionales y dictaduras, que se han sucedido desde 1965.

Cuanto más ignoremos y denostemos a los isleños peor nos irá / Archivo
Cuanto más ignoremos y denostemos a los isleños peor nos irá / Archivo

En junio de 2018 tuvo lugar en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Mendoza un encuentro académico para analizar la cuestión de las Islas Malvinas organizado por el Observatorio Cuestión Malvinas de Mendoza.

Ante una numerosa audiencia quedaron claramente expuestas las dos opciones posibles para intentar resolver esta antigua disputa. La primera fue expuesta por el representante de la Cancillería, ministro plenipotenciario, Guillermo Rossi. La segunda fue desarrollada por el autor de esta nota. Dentro de 11 años se cumplirán 200 años de dominación británica en las islas.

Rossi expuso con prolija claridad la política malvinera que aún hoy y desde 1965 se viene implementando por parte de la Cancillería aunque con distintas modalidades: negociar directa y exclusivamente con el Foreign Office británico ignorando e incluso excluyendo totalmente la participación de los isleños.

Por mi parte, y a la luz de los nulos resultados concretos obtenidos en estos últimos 55 años, señalé que esa opción es la equivocada. Hoy, las Islas se encuentran en la misma situación jurídica que se hallaban hace más de medio siglo a pesar de todas las triunfalistas declaraciones de los cancilleres de todos los gobiernos, constitucionales y dictaduras, que se han sucedido desde 1965. “Es absurdo esperar resultados diferentes si siempre se aplica el mismo procedimiento” (Albert Einstein).

Nuestra Cancillería da muy poca importancia al enorme peso político y efectivo poder de lobby que los isleños desarrollan en el Reino Unido.

Los miembros del Consejo Legislativo de las Islas visitan permanentemente Londres para entrevistarse con los legisladores de ambas Cámaras; también lo hacen con el premier británico y son recibidos por la reina Isabel II cada vez que se produce una oportunidad. Dictan conferencias en sedes académicas, se relacionan con la prensa oral y escrita de todas las capitales del Reino Unido, Cardiff (Gales), Edimburgo (Escocia), Irlanda del Norte (Belfast) y, por supuesto, Londres (Inglaterra).

Todo organizado por la “Casa de las Falklands” con sede en Londres que gestiona la agenda de reuniones de los isleños con el establishment británico. También tramita entrevistas para el influyente político y aristócrata isleño Mike Summers, principal accionista de la Falklands Islands Company, quien ejerce de hecho un poder de veto fulminante a las propuestas argentinas.

Dos veces a la semana, llega y parte un avión de British Airways a y desde las Malvinas a Londres. Lo cierto es que la opinión pública británica simpatiza abiertamente con la causa de los isleños.

De no modificar la política malvinera, la Argentina será mera espectadora cuando las Islas se declaren independientes incorporándose como nuevo país a la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth). Cuanto más ignoremos y denostemos a los isleños peor nos irá.

He efectuado en numerosas ocasiones la conveniencia de crear una “Casa Argentina” en las Islas con funciones similares a la Oficina de asuntos Comerciales y Culturales argentina que tenemos en Taipei, Taiwán, país, al que no reconocemos como tal. Los intereses argentinos deben ser resguardados con pragmatismo.

Producción y edición Miguel Títiro

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