Para el Gobierno, la tormenta perfecta está en desarrollo

En medio de la falta de confianza y de peleas internas, Alberto Fernández parece sobrevolar la crisis sin elegir un rumbo. Con el dólar blue sin techo, preocupa la escasez de productos.

Los rumores indican que el Presidente dio un plazo al ministro Guzmán para encaminar la economía: el 10 de noviembre, con otra colocación de bonos. Foto: AP
Los rumores indican que el Presidente dio un plazo al ministro Guzmán para encaminar la economía: el 10 de noviembre, con otra colocación de bonos. Foto: AP

El Gobierno nacional atraviesa una tormenta perfecta. Enfrenta la falta de confianza de los agentes económicos, está inmerso en peleas internas sobre cómo resolver la crisis y soporta la decepción de quienes renegociaron la deuda, con bonos que valen 30 por ciento menos. Hoy, es imposible acceder al crédito externo.

Todo sucede mientras la descomposición social es visible en la toma de tierras y en los linchamientos de delincuentes, además del delicado cuadro que aportan la pobreza y la recesión.

Mientras, el presidente Alberto Fernández parece sobrevolar la crisis. En medio de las tensiones, parece atender asuntos que no son urgentes. Viajó por segunda vez a Misiones en 10 meses para firmar convenios, cuando el trascendental acuerdo por el acueducto entre Córdoba y Santa Fe lo resolvió con una videoconferencia.

agosto en comparación con igual período de 2019. En ese mes, la caída había sido de 3,7 por ciento por la devaluación y la debacle posterior a las PASO, por lo que la actividad retrocedió casi 16 por ciento en 24 meses. Tremendo.

Las encuestas muestran que la pérdida de confianza está vinculada con el fracaso del manejo de la pandemia por el Covid-19, la crisis económica y a la falta de señales claras de respeto a la propiedad privada y a la independencia de la Justicia.

El déficit del sector público fue de 1,3 billón hasta setiembre, que se financió, en gran parte, con la emisión de dinero. El exceso de pesos fue al dólar y a precios.

“Me preocupa que comienza a colapsar el sistema de precios por la brecha entre el dólar oficial y las otras cotizaciones”, dijo días atrás Manuel Tagle, titular de la Bolsa de Comercio de Córdoba y referente del mercado automotor.

Hay productos que escasean o no se entregan, como electrodomésticos y artículos que incluyen insumos importados.

La tormenta del dólar

La desconfianza se traduce en el valor del dólar y en que los consumidores restringen sus compras, salvo en aquellas operaciones que usan el dólar blue (que se acerca a los 200 pesos) como referencia de precio; por caso, para la compra-venta de automóviles (los vehículos importados son más baratos al dólar blue que en sus países de origen) y de materiales de la construcción.

El lunes último, el ministro de Economía, Martín Guzmán, dispuso medidas para detener la suba de los dólares financieros, al tiempo que descalificó en un comunicado (“generaron expectativas negativas”, dijo) lo resuelto por el Banco Central el 15 de setiembre.

Los desacuerdos en el oficialismo son notables. Los pasillos oficiales están inundados de versiones sobre la llegada al Gobierno de Sergio Massa y de Roberto Lavagna. En la intimidad, sus voceros las desmienten.

Otros, especulan que el Presidente habría dado un plazo breve a Guzmán para encaminar la economía. El plazo sería el 10 de noviembre, cuando el Gobierno colocará 750 millones de dólares para calmar al mercado y convertir deuda en pesos, en dólares.

Guzmán se aferra a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para calmar las expectativas. Esa señal contrasta con las marchas multitudinarias que hizo el peronismo contra el Fondo durante la gestión de Mauricio Macri.

“El Gobierno no va a devaluar”, insistió el viernes el ministro de Economía, quien conserva el apoyo de la vicepresidenta Cristina Kirchner, aunque perdió el de otros referentes del Frente de Todos.

El problema es que la devaluación la efectúe el mercado (la sociedad) con el desabastecimiento ante la falta de precios de referencia; la caída de las importaciones para la industria y una inflación en aumento.

La tormenta perfecta está en desarrollo. Alberto Fernández está obligado a elegir un rumbo y un plan que aliente la producción y genere inversiones y empleo.

La falta de una autoridad social ya es visible en los linchamientos, en la ocupación de tierras y en las “fronteras” creadas por algunas provincias. El mayor riesgo es que esa descomposición se traslade también a la economía.

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