Ambiente: diversidad biológica y actividad humana

Un estudio de Naciones Unidas revela que una de cada cuatro especies, de fauna o flora, está en riesgo de extinción, por su vulnerabilidad.

Aunque la fuerza de la naturaleza provoca ingentes daños, el ser humano es causante principal de la pérdida de la flora y la fauna.
Aunque la fuerza de la naturaleza provoca ingentes daños, el ser humano es causante principal de la pérdida de la flora y la fauna.

En mayo de 2019, la ONU divulgó un nuevo y amplio estudio (Global Assessment) que no se publicaba desde 2005, analizando la relación entre la diversidad y las especies y de éstas con los ecosistemas y cómo ellas han sido afectadas por las actividades humanas contaminadoras del medio ambiente, especialmente en los últimos 60 años.

Allí se afirma que, por lo menos, una de cada cuatro especies está en riesgo de extinción en algunas décadas por su vulnerabilidad. Estamos hablando de un millón de especies de flora y fauna y esto se debe a, por lo menos cinco factores, que el informe los explicita como: Cambios registrados en el uso de la tierra y los mares; exploración directa de organizaciones de todo tipo, al cambio climático; la contaminación y la invasión de especies exóticas en muchos territorios. El trabajo estuvo a cargo de 450 especialistas de 132 países que concibieron este documento realizado en la sede de la Unesco, coordinados por el IPCC (Panel intergubernamental para el Cambio Climático), en el que participó la científica argentina Sandra Díaz.

Los autores han consensuado que el ser humano es causante de las mencionadas amenazas y, a la vez, víctima directa de los riesgos derivados de ellas toda vez que la humanidad exige cada vez más comida, energía, vivienda y recursos complementarios para una vida confortable que parecen en el largo plazo no estar aseguradas, según la realidad que hoy vemos.

Pero ¿cuáles son los riesgos a los que los firmantes se refieren? Veremos algunos casos específicamente, dando por sabidas las principales causas que son las relacionadas con la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, la destrucción de bosques, la contaminación del agua dulce, de los mares y la tierra.

-Hasta 300 millones de personas y ecosistemas podrán sufrir inundaciones, huracanes, erosión costera y hasta pérdida parcial o total de territorios.

-El aumento de tamaño y número de áreas urbanas. En los últimos 20 años se duplicaron dichas áreas.

-El incremento de la polución plástica que ha sido 10 veces más desde la década de los 80 pasados.

-El derrame de residuos tóxicos industriales como metales pesados o solventes, que van los sistemas hídricos en todo el mundo.

-La caída de la población de polinizadores que también son víctimas de las actividades humanas, así como la pesca predatoria con barcos factorías, que con las redes extraen no sólo lo que buscan sino todo lo que anda cerca.

El estudio analiza también los cinco factores principales de la biodiversidad y las alteraciones sin precedentes en los ecosistemas ocurridos en los últimos 50 años identificándolos de forma general como cambios en el uso de la tierra y de los mares.

En relación con la flora y fauna, afirma que la actividad humana amenaza al 25% de las especies de flora y fauna, de acuerdo con su vulnerabilidad. Sobre la agricultura, el informe dice qué cereales y oleaginosas serán menos resilientes contra futuros cambios climáticos y también contra plagas y patógenos. La masividad con la que actualmente estos productos son ofrecidos a las poblaciones, es un factor de debilitamiento futuro. En cuanto a la contaminación, el informe destaca especialmente la marina, haciendo foco en el aumento en la cantidad de plástico que se arroja allí representando 10 veces, como ya dijimos, desde la década de los 80 hasta ahora afectando a unas 270 especies ya identificadas entre las cuales se cuentan: 86% de las tortugas, 44% de las aves y 43% de los mamíferos, todos marinos, además, de la pesca predatoria.

Sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos también ha sido el primero en examinar e incluir conocimientos indígenas y locales en general, así como temas y prioridades, destacando que su misión es fortalecer la formulación de políticas para uso sustentable de la biodiversidad.

El estudio concluye en que aún hay un tiempo de mitigar estos riesgos. Vale la pena seguir trabajando de forma efectiva y no con documentos y reuniones, sino de manera concreta en tiempo y calidad.

Según la revista Planeta BR (edición julio 2019), se observa una leve, pero reacción al fin, de algunos importantes líderes mundiales del momento, lo que dio pie para que José A. Gurria, secretario general de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) exhortara a los países del G7 (los más ricos) a aumentar sus inversiones en restauración de la naturaleza y hacerlo con aumento de los impuestos a aplicar a empresas que degradan la vida silvestre.

Gurria agrega también que el aporte financiero mundial para la biodiversidad asciende a unos 50.000 millones de dólares lo cual representa un décimo de los subsidios que reciben las empresas de energía fósil y agroindustria. Mientras tanto billones de dólares, agrega, son perdidos anualmente como consecuencia de la inestabilidad climática y sus consecuencias en inestabilidad de suelos, contaminación, inundaciones y sequías. En definitiva y aparentemente, lo que se busca es hacer que la contribución de los países ricos que contaminan al MA sea obligatoria y no voluntaria, esperando que aflore la responsabilidad social empresaria.

Algunos empresarios, especialmente de las áreas industriales y energéticas, no se han sensibilizados por el informe Stern, que afirma que prevenir los efectos del cambio climático en el largo plazo es más beneficioso económicamente que mantener las políticas y tecnologías actuales.

Como preámbulo del lanzamiento del informe comentado, la doctora Audrey Azoulay, directora general de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura), previno: “No se puede continuar destruyendo la diversidad planetaria y ésta es nuestra responsabilidad para con las futuras generaciones”, destacando además la importancia universal de la biodiversidad dentro de las especies y entre éstas y los ecosistemas.

Edición y producción: Miguel Títiro.

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