Los humedales altoandinos ante el cambio climático

Los humedales altoandinos están experimentando cambios que podrían condicionar su distribución y permanencia en un futuro cercano. Conocer su estado y generar pautas de manejo son acciones imprescindibles para su conservación.

Vegas de altura en la Cordillera de los Andes con presencia de ganado. Foto: Bárbara Vento.
Vegas de altura en la Cordillera de los Andes con presencia de ganado. Foto: Bárbara Vento.

Los ecosistemas de montaña son sistemas complejos que involucran una diversidad de hábitats que forman parte de un paisaje único. Estos sistemas se caracterizan por estar regulados, principalmente, por bajas temperaturas, presencia de nieve y suelos que permanecen congelados durante varios meses al año. Estas características junto con aquellas propias del relieve, como las altas pendientes, hacen que los ecosistemas de montaña sean fácilmente afectados a leves cambios de temperatura y precipitación. Debido a esto, estos sistemas naturales se encuentran entre los sitios más sensibles y vulnerables ante el cambio climático global.

Los Andes constituyen una de las cadenas montañosas más extensas del mundo donde se desarrollan diferentes tipos de ambientes dentro de los cuales se encuentran los sistemas de humedales, conocidos localmente como vegas de altura. Los humedales altoandinos son áreas emplazadas entre los picos montañosos de la Cordillera que se encuentran saturadas de agua, por lo que este elemento resulta esencial para su mantenimiento y conservación. Además, el agua que forma estos sistemas otorga características únicas, en cuanto a su composición física y química, a los mismos como así también a la flora y fauna asociada. En la diversidad de paisajes andinos es muy notorio el contraste de las vegas de altura con el entorno árido o semiárido que caracteriza a los Andes Centrales. Estos humedales de montaña son verdaderos oasis de vegetación a grandes alturas, con un alto valor biológico ya que se hallan rodeados de un ambiente árido, poco diverso y de escasa cobertura vegetal. Debido a esto, son considerados como uno de los ecosistemas de montaña más importantes a nivel mundial, especialmente por los importantes beneficios regionales que brindan y por la diversidad de organismos y microrganismos que albergan. Son un componente fundamental del hábitat de especies de importancia económica y ecológica como la vicuña y el guanaco.

Ejemplo de un sistema de humedal, a 3.900 m de altura, en la cordillera de los Andes, Mendoza. Foto: Bárbara Vento.
Ejemplo de un sistema de humedal, a 3.900 m de altura, en la cordillera de los Andes, Mendoza. Foto: Bárbara Vento.

En los Andes Centrales de Argentina, las vegas de altura están distribuidas a altitudes que, generalmente, superan los 3.500 metros de altura. Son proveedoras de una gran cantidad de beneficios, especialmente en relación al recurso hídrico, tanto para el ganado local como así también para los asentamientos humanos. Están estrechamente asociadas a una cobertura vegetal baja de tipo alfombra, donde se desarrolla una gran diversidad de especies vegetales nativas y endémicas.

El cambio climático global, potenciado por la actividad humana, está acelerando de manera notoria la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas naturales, provocando la disminución y desaparición de muchas especies locales y regionales. La degradación de estos ecosistemas y la consecuente pérdida de aportes positivos que estos brindan es algo que está ocurriendo en la actualidad. Por lo tanto, aquellos ambientes que ya están siendo impactados negativamente por las actividades humanas se verán aún más afectados por el cambio climático. Tanto las perturbaciones ocasionadas por el pastoreo intensivo, como aquellas provocadas directamente por la acción humana como el turismo sin control y las actividades de extracción de minerales junto con el cambio climático podrían tener un efecto devastador en las condiciones hidrológicas, climáticas y ecológicas, modificando la estructura y funcionamiento de los ecosistemas altoandinos, particularmente de las vegas de altura.

El grupo de Geobotánica y Fitogeografía del Instituto Argentino de Zonas Áridas (Iadiza) viene realizando estudios sobre la dinámica de estos ecosistemas. Como un primer paso se busca entender su funcionamiento y conocer la composición de especies vegetales asociadas a estos ambientes con fines de conservación. Aunque aún falta mucho por investigar, algunos estudios realizados en vegas de los Andes Centrales ubicadas en áreas de reservas naturales y parque nacionales como San Guillermo (San Juan), Laguna Brava (La Rioja) y Cordón del Plata (Mendoza) indican que ya existe un deterioro progresivo de dichos ambientes. Esto sumado al calentamiento global, a las escasas precipitaciones (principalmente disminución en la periodicidad e intensidad de las nevadas en alta montaña), y al retroceso de los glaciares posicionan a las vegas en una situación de alta vulnerabilidad. Teniendo en cuenta esto, se puede afirmar que el panorama futuro parecería ser bastante desalentador. El análisis de los resultados obtenidos, recientemente, a partir de modelos climáticos y ecológicos, proyectan cambios negativos en la distribución y permanencia de las vegas de altura como consecuencia del aumento de la emisión de gases de efecto invernadero. Asimismo, la degradación de estos sistemas traería como consecuencia la pérdida de biodiversidad asociada a los mismos.

Vegetación típica asociada a las vegas de altura en alta montaña. Foto: Bárbara Vento.
Vegetación típica asociada a las vegas de altura en alta montaña. Foto: Bárbara Vento.

Comprender el estado actual de los ecosistemas de vegas y los factores que impactan de forma negativa en ellos ocasionando su deterioro resulta imprescindible para generar conciencia sobre la relevancia y protección de los mismos en nuestra región. El conocimiento científico generado a través de las investigaciones que se vienen llevando a cabo y el monitoreo de estos sistemas resultan imprescindibles para entender los procesos ecológicos, climáticos y geológicos que tienen lugar en estos ambientes como así también sus perspectivas futuras. Esto constituye una información imprescindible para comprender el valor de nuestros ecosistemas como así también para generar pautas de manejo y conservación de los mismos.

*La autora es licenciada en Biología con orientación en Ecología. Además es doctora en Ciencias Biológicas (UNCuyo), investigadora adjunta de Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), Iadiza (Instituto Argentino de Investigaciones en Zona Áridas) y Laboratorio de Geobotánica y Fitogeografía.

Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar

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