Perdió sus lentes, su mamá no podía comprar unos nuevos y lo que hicieron sus vecinos de Tunuyán los emocionó

Tiziano tiene seis años y un estrabismo severo que solo se corrige con anteojos permanentes. Los perdió jugando con sus amigos y en menos de dos horas, antes de hacer la colecta, una óptica “se puso la 10″.

Tiziano recuperó sus lentes gracias a la solidaridad de sus vecinos.
Tiziano recuperó sus lentes gracias a la solidaridad de sus vecinos.

En los tiempos que corren, épocas de bolsillos flacos, pobreza y desempleo, algunas actitudes humanas no solo no se pierden sino que parecieran estar en alza. La solidaridad, la generosidad, por ejemplo.

En Tunuyán, días atrás, se vivió un episodio simple pero que habla a las claras que, cuando el buen uso de las redes sociales y de los medios de comunicación se conjuga con buenas personas, las soluciones aparecen de manera instantánea. Mágica y rápidamente.

Tiziano cumplió seis años el pasado 13 de diciembre. Tiene un estrabismo agudo en su ojo derecho, por lo que está comenzando a habituarse a vivir con los lentes que Natalia, su mamá, pudo comprarle con mucho esfuerzo hace algunos meses.

Pocos días después de estrenar sus anteojos, salió a jugar con los chicos del barrio Venezuela, de Tunuyán –donde vive—y los dejó olvidados. Nunca aparecieron a pesar de la intensa búsqueda y de la publicación de Natalia en el Facebook.

“Soy madre soltera, vivo con mis padres y recién estoy empezando a trabajar. Mi primer sueldo será en marzo. Cuando mi hijo perdió los lentes, que debe usarlos en forma permanente, me encontré en un brete, no podía reemplazarlos y no aparecían, por eso recurrí a las redes sociales”, relata Natalia a Los Andes.

Casi como una cadena de favores que no se detiene y brinda resultados inmediatos, aquella publicación la vio Walter Villamil, un periodista solidario, también de Tunuyán, que ese mismo día realizaba su último programa radial del año. Era el 30 de diciembre pasado.

“La llamé a Natalia y le ofrecí hacer una colecta. Esto sucede siempre en Tunuyán, no es una historia única, sino que siempre se repiten y la comunidad jamás da la espalda”, señala Walter, que aprovechando la difusión que estaba dispuesto a hacer, pidió autorización a la mujer y publicaron la necesidad de reunir el dinero para reemplazar los lentes del niño.

La gente de Tunuyán es buena, solidaria, genuina y jamás se queda de brazos cruzados cuando sucede algún imprevisto de esta naturaleza.

“La muestra está en que apenas publiqué el pedido, me contactó una óptica de La Consulta, cuyo dueño es Aníbal Marcelo Pérez. Me aclaró que donaría los cristales. Pero un rato más tarde, tal vez conociendo cómo es mi trabajo y la transparencia de estas acciones, volvió a contactarme y me dijo que se haría cargo de todo”, agrega el periodista, que fue el verdadero “puente” para conseguir en cuestión de minutos una solución.

La óptica “La Consulta” se puso en contacto con Natalia y debieron transcurrir varios días hasta la entrega, que se concretó el pasado lunes, ya que los cristales demoraron en fabricarse debido a que son especiales.

Tiziano recuperó sus lentes gracias a la solidaridad de sus vecinos.
Tiziano recuperó sus lentes gracias a la solidaridad de sus vecinos.

“No tengo más que palabras de agradecimiento. Un gesto enorme en un momento económico difícil de mi vida”, aclara la mamá de Tiziano, que solo atinó a tomarles una foto el día en que se llevaron los flamantes anteojos.

“Terminábamos de cenar en casa y vi la publicación de Walter. No me sobra nada, pero cómo no ponerme a disposición si puedo hacerlo, si tengo los medios. Hoy es Tiziano el que necesita, pero mañana puede ser cualquiera, puedo ser, incluso, yo. Mi esposa siempre me banca en este tipo de cruzadas”, rememora Aníbal.

Colaborar con los cristales y el marco estaba a su alcance, insiste, y eso iba a darle a un niño la posibilidad de retomar su vida con la visión adecuada.

“Jugar, mirar televisión, el teléfono o una computadora. También leer y escribir, que es justamente lo que Tiziano estaba empezando a aprender en la escuela antes del receso”, agrega.

“Pero fue Walter quien resultó la pieza clave. Muchas veces estas cosas pasan por delante nuestro y no nos damos cuenta, pero hoy, en tiempos tan difíciles desde el punto de vista económico, tenemos que abrir los ojos como sociedad y brindar una mano siempre que podamos. La cosa está difícil, pero entre todos estoy convencido de que se puede”, reflexiona.

Aníbal, además, se siente un agradecido a la vida y a la gente.

“Sin la buena gente que me rodea no sería quien soy y creo que hay que devolver lo que las personas nos dan. Yo suelo ayudar con lo que puedo pero hay otras maneras, alimentos por ejemplo”, dice.

Y agrega: “Además me llena el alma y no voy a ser ni más rico ni más pobre”.

Lo cierto es que la colecta nunca llegó a hacerse. La respuesta positiva y favorable llegó antes de lo pensado. Eso sí: Walter ya tiene en lista a una niña que también necesita anteojos y va directo a ese objetivo.

“Creía que era un chiste”

Natalia Cruzati tiene 42 años y hace apenas unos días comenzó a trabajar en un hogar de niños, cuidando a los chicos.

“Cuando Tizi tenía 4 o 5 años empecé a ver que el ojito lo tenía un poco desviado, pero muchas veces pensaba que era un chiste. No era muy notorio, pero yo lo observaba y le decía que me mirara bien. Al final –relata mientras ríe—era cierto, tenía un estrabismo, lo diagnosticaron en el Hospital Regional Antonio Scaravelli, de Tunuyán”.

Tizi fue derivado al Hospital Dr. Humberto Notti donde fue sometido a diversos exámentes visuales y se le indicó lentes en forma permanente.

“Los pudimos comprar en noviembre. Pero claro, como todo niño, salió a jugar y los perdió o los olvidó. No tenemos todavía obra social y los buscamos casi son desesperación, pero no aparecieron. Nadie supo nada de los lentes”, agrega Natalia, para señalar que no le quedó más remedio que acudir a las redes sociales.

“Walter fue un genio porque enseguida me llamó y me dijo que algo iba a hacer. Le pasé la receta a la mañana y al mediodía el problema estaba resuelto. Tunuyán es así, solidario, hermoso. Y estoy infinitamente agradecida”, dice.

Tiziano ya tiene sus lentes: hermosos, enormes. Y ahora –asegura— por más que entre a la cancha a jugar un partido de fútbol, no se los piensa quitar.

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