Un histórico edificio jesuita de Ciudad será convertido en sitio gastronómico

Sobre avenida San Martín, casi Colón, junto al templo, ya colocan el cierre de obra para poner en valor una de las construcciones más antiguas de Mendoza. Alquilarán el lugar para instalar un restaurante.

Ahora cubierto de grafitis, el abandonado sector lucirá remozado en algunos meses. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes
Ahora cubierto de grafitis, el abandonado sector lucirá remozado en algunos meses. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes

“Estamos frente a una de las fachadas más antiguas de la Ciudad. Diecisiete años después del gran terremoto de 1861, Mendoza se estaba reconstruyendo, más hacia el Sur”, comenta el padre Alfonso José Gómez Boulin refiriéndose a la histórica construcción de la orden Jesuita, ubicada al Norte del templo de avenida San Martín y Colón.

Es una edificación que forma parte de la imagen de la Ciudad desde hace 145 años, que se erigió entre viñedos y alfalfares. Es una fachada de 9 metros de alto que se extiende desde el templo hasta unos 30 metros antes de la esquina de San Lorenzo. Hoy luce un tanto abandonada, salvo el sector que se encuentra pegado a la iglesia. Entre garabatos y grafitis, resaltan altas ventanas, dos puertas de ingreso y en una de ellas se puede leer que la casona data de 1878.

Pero la oscuridad y el abandono de este sector del Kilómetro Cero geográfico de la Ciudad tiene sus días contados porque ya se observan los primeros movimientos para hacer un cierre de obra junto a la tradicional fachada. “Es la continuación de un proyecto que fue aprobado en 2013 por la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza y consiste en poner en valor tanto el frente como el interior del edificio”, agrega el padre Alfonso, quien asumió recientemente en sus funciones.

Y adelanta que los trabajos llevarán un tiempo estimado en el mediano plazo y la idea es alquilar estas instalaciones para desarrollar un espacio gastronómico para, de esa manera, obtener fondos para mantener los servicios educativos, de calidad y espirituales que brinda la orden jesuita en la provincia.

Obras desafiantes

La “restauración y puesta en valor de la antigua comunidad jesuita sobre avenida San Martín” ya completó una primera etapa, que consistió en el acondicionamiento delimitado por las tres primeras ventanas próximas al templo. “Resta ahora la parte donde está la puerta central, donde se encontraba la portería y cuatro ventanas, que están hacia el Norte de la fachada”, indica el sacerdote.

Y añade que se trata de una obra muy importante, con un esfuerzo económico muy grande, porque además de pintar, restaurar la fachada y el interior, el verdadero trabajo es convertir esta antigua edificación de adobe en una estructura sismorresistente. Para ello, se necesita una estructura que sirva de soporte. “Deben hacerse muros de hormigón en la parte interior. El ingeniero Martín Reboredo hizo el cálculo y utilizó tecnología avanzada en conservación de los muros de adobe”, indica Alfonso.

Pedro González, administrador de la Asociación Civil Educadora Compañía de Jesús, explica que los cimientos van a 6 metros de profundidad. “Lo que irá submurado es toda la fachada que falta, desde la mitad hacia el Norte (hacia San Lorenzo) y la antigua portería, que es la parte más simbólica, también quedará submurada”, apunta.

El padre Alfonso. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes
El padre Alfonso. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes

A modo de ejemplo, Alfonso y Pedro muestran cómo quedó la primera parte del trabajo que fue terminado hace un tiempo. “Estas tres primeras ventanas ya están terminadas. Se trabajó en la carpintería y el trabajo de submuración se nota porque son muros mucho más anchos en comparación con las otras ventanas que todavía no están intervenidas”, resumen.

Y continúan: “Vamos a empezar por lo estructural, la submuración, para darle vida a esta parte de la casa. Consideramos que teniendo vida se respetará una fachada que hoy está maltratada con grafitis. Hay que submurar, hacer el techo de nuevo, tenemos mucho trabajo hacia adentro, tenemos que restaurar el patio interior”.

El padre Alfonso dice que la recuperación de carpintería y pisos no tendrá dificultad. “Son materiales no muy costosos. El piso es calcáreo, la carpintería también es austera, pero queremos restaurar esa austeridad”, detalla.

Residencia jesuita en la Ciudad

Desde el municipio capitalino informan que en 1863 don Felipe Pescara y su esposa, Escolástica Llames, ofrecieron tierras y bienes para que se estableciera una residencia jesuita en la Ciudad de Mendoza, hecho que se concretó en 1878.

Fue cuando el superior de Chile mandó a comprar un terreno con ese propósito, con la donación de la viuda de Pescara. Se lo compraron a don Salvador Civit. El terreno tenía viñedos, alfalfa, había 17 álamos, algunos frutales y un rancho. En abril comenzaron las obras sobre la calle San Nicolás (hoy avenida San Martín) y en diciembre ya estaban las tres primeras piezas encañizadas.

Los techos deben ser reconstruidos desde cero, pero utilizando los mismos materiales. A la hora de explicar las funciones que tenía esta construcción, el presbítero señala: “Sobre la línea que hay de Este a Oeste había dormitorios (el sector pegado al templo y actual portería). Los dormitorios estaban destinados para visitas y religiosos”.

“Antiguamente, ese sitio era un lugar de descanso de la travesía hacia Chile y desde Chile”, agrega Alfonso. Contra la fachada había un salón multiuso que se apoda “salón Ambrusso”, en recuerdo del hermano Raúl Ambrusso, quien falleció en 2003 y fue una persona muy querida que trabajó mucho en campamentos en Bariloche y llevó de viaje dentro el país y a Europa a personas mayores y niños.

También había un salón, el llamado locutorio, destinado a la reunión de la gente. La famosa portería, una galería y un gran patio que aún conserva añosos árboles completaban el espacio. Los jesuitas miran alrededor de la casa y se ilusionan con ver nuevamente este gran espacio con vida.

En las galerías del patio interno del templo jesuita, el padre Alfonso y el administrador Pedro González se ilusionan con ver nuevamente este espacio con vida. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes
En las galerías del patio interno del templo jesuita, el padre Alfonso y el administrador Pedro González se ilusionan con ver nuevamente este espacio con vida. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes

“Queremos restaurar y poner en valor para generar un espacio para alquilar y que sea gastronómico”, adelanta Alfonso.

La superficie a restaurar es de 600 metros cuadrados. Ya han recibido recursos para esta próxima etapa de submuración, que llevará un año de trabajo. “La parte de terminación dependerá del inversor que encontremos. Ya hemos conversado con especialistas del área inmobiliaria y gastronómica y ambos están muy optimistas a pesar del entorno país”, agrega el cura entusiasmado.

Y resalta la necesidad de darle a las instalaciones un destino. “Al devolverle la vida, restauro y evito los grafitis, que son consecuencia de la falta de uso”, subraya, y añade que lo más importante será que, a través de este alquiler, se podrá contar con fondos para continuar con los servicios que presta la orden.

Además de Cáritas, el sacerdote cuenta que desean mantener la educación de calidad en un lugar desfavorecido. Es que, además del colegio San Luis Gonzaga, los jesuitas tienen a cargo el colegio Padre Llorens, del barrio San Martín. “Allí se lleva adelante un servicio de educación personalizada y muy valorada. Queremos seguir con ese servicio y hay que apoyarlo, porque se tiene más docentes que en otros colegios. Para destacar, en 2009, el colegio Padre Llorens ganó un premio a la escuela con menos repetidores de todo el país”, cuenta orgulloso el padre Alfonso.

Por último, comenta que el colegio San Luis Gonzaga va a cumplir 100 años en 2026, mientras que el templo es de 1908 y se encuentra en perfecto estado de conservación. “Gracias a Dios, se puso en valor el interior hace dos años y hace un año el exterior. Se reemplazaron todas las luminarias del frente. Lo mismo se hizo la iluminación interior”, cerró.

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