Breve historia de amor, un relato en el que la pérdida despierta el deseo

La autora estudia Letras en la UNCuyo y antes periodismo en la Universidad Maza. En nuestra sección Aguante la Ficción, nos invita a un juego narrativo en el que una araña y un escorpión se miden en las fuerzas entre la vida y la muerte. ¿Qué sucede cuando uno de los dos ya no está?

En el cuento que Fragapane aporta a nuestra sección, una araña y un escorpión miden sus fuerzas.
En el cuento que Fragapane aporta a nuestra sección, una araña y un escorpión miden sus fuerzas.

La araña paykulliana (a partir de ahora, simplemente “la paykulliana”) transita sus días con pasión pero sin desafíos mayores. Procurarse mosquitos es tarea sencilla para la paykulliana, sobre todo si los mosquitos son debiluchos. Muchos la comparan con la viuda negra y por eso le dicen que “no es verdadera”, que “es falsa”, que “es una mediocre imitadora de cuarta”. No. El problema está en pretender que la paykulliana sea la viuda negra cuando en realidad es otro tipo de araña. Indiferente, a la paykulliana no le molestan los comentarios de ese tipo. Está conforme con lo que le tocó en suerte: no será una latrodectus ni una grossa pero tampoco es una bipunctata, una capensis, menos una hespera. Es una auténtica paykulliana.

Caminando por una ramita, divisa cercano un escorpión. Ya ha almorzado ese día. Qué importa. Como buena araña es insaciable y lo cierto es que los mosquitos ya la tienen podrida y ese escorpión, aunque amarillento y cartilaginoso, se ve crujiente, azucarado, tentador. La paykulliana no le teme al peligro. En su vida tan aburrida, no tiene mucho que perder. Ataca.

El escorpión aquileico se defiende con gallardía y sin embargo no puede escapar de la seda proteica de la paykulliana, que lo ha dejado todo pegajoso. La paykulliana no va a rendirse, menos ahora que el escorpión parece bañado en miel. Ataca. Con su tenaza derecha, el escorpión atrapa la tercera patita izquierda de la paykullian. Voraz, histérica, embriagada en su empresa, la paykulliana no advierte el movimiento y se sacude bruscamente contra el escorpión. Pierde la pata en batalla. Se aleja de su rival ofendida y lo relojea con recelo. No está dispuesta a rendirse. Diseña una nueva estrategia. Escala la ramita y esta vez ataca al escorpión desde arriba. Comienza a envolverlo en su seda sin piedad. El escorpión la siente pero no la ve pero igual la siente (que es lo más importante) y logra direccionar su aguijón hacia el cefalotórax de la paykulliana. La mata.

Ese mismo día, por la tarde, el escorpión se reúne con sus amigos escorpiones y les cuenta engreído la hazaña. Lo celebran. Cocinan un escabeche de paykulliana que les queda para chuparse las garras.

Por la noche, el escorpión escribe en su diario íntimo: “Hoy maté a una intrépida paykulliana... La extraño”.

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