Peligro chino

El coronavirus, el cohete que nos puso en peligro... me parece que los chinos deberían andar con más cuidado. O nosotros, con ellos.

Seguramente han de seguir lanzando cohetes al espacio y entonces nosotros deberemos andar con casco por las dudas que alguna parte nos acierte. / Foto: Archivo / Los Andes
Seguramente han de seguir lanzando cohetes al espacio y entonces nosotros deberemos andar con casco por las dudas que alguna parte nos acierte. / Foto: Archivo / Los Andes

A pesar de ser tan importante, no es mucho lo que conocemos del pueblo chino. Sabemos que fueron los constructores de la muralla, una medianera a lo bestia que atraviesa gran parte del país. Sabemos que es un país milenario, que le costó hartas guerras hasta poder consolidarse como tal. Sabemos que tiene la población más grande del mundo entero y hacer un censo en china lleva varios ,meses. Sabemos que unió el oriente con el occidente a través del camino de la seda, lo que ha dado lugar a decenas de documentales.

Si hablamos con un poco de humor, diremos que los niños chinos cantan “bife con leche, me quiero casar” porque están podridos de arroz; que en las ciudades chinas, cuando un semáforo se pone amarillo, es que pueden cruzar los peatones; que los referís chinos no sacan tarjeta amarilla, muestran la mano, nomás.

China ha crecido muchísimo en los últimos años y se ha transformado en una de las economías más poderosas del mundo. Todos los países quieren comerciar con China, salvo los Estado Unidos, que miran al país de soslayo porque se ha transformado en una potencia mundial.

Yo no sé qué consideración tendrá el pueblo chino de los otros pueblos del mundo, pero grosso favor nos están haciendo. Primero y principal, fue ahí donde tuvo origen el coronavirus que está vapuleando a toda la humanidad. Dicen que en un mercado de Wuhan, donde a alguno de ellos se les dio por hacer un guiso de murciélago. ¡Un guiso de murciélago, con lo ricas que son las lentejas!

Pues desde entonces, el mundo ha tenido que cambiar sus hábitos de vida y amoldarse a una situación que, en algunos países, llega a ser desesperante. Por ellos tenemos que usar barbijos, por ellos tenemos que lavarnos las manos hasta el cansancio, por ellos tenemos que guardar la distancia de dos metros que no permite, ni por casualidad, abrazo alguno.

El planeta todo debió dejar sus actividades normales de lado para encarar la lucha de un virus despiadado que a veces no da respiro. Ahí andan los países buscando vacunas. Es por ahora la única solución efectiva para tamaño mal.

Y ahora nos amenazaron a todos con una parte de un cohete que cayó a nuestra esfera. La gente se llenó de incertidumbre porque no se sabía dónde iba a caer y si caía en una zona poblada menuda catástrofre habríamos tenido.

Por suerte, cayó en el Océano Índico, cerca de la Islas Maldivas, y eso nos hizo volver a la tranquilidad. Pero estuvimos varios días hablando del asunto, porque ni los chinos sabían cuál iba a ser el destino de esta chatarra especial que se venía abajo a una velocidad de locura.

Tendrían que tener, los chinos, un poco de cuidado con las cosas que hacen, porque no solo los afecta a ellos sino a toda la humanidad. Si largan un cohete a la atmósfera deberían saber bien cuál va a ser su trayectoria y dónde podrían caer sus restos.

A mí me resulta simpático el pueblo chino, por su forma de ser, de vestirse, por algunas de sus costumbres que son milenarias, por cierta filosofía de vida que practican, pero no puedo aceptarles que sean tan descuidados.

Seguramente han de seguir lanzando cohetes al espacio y entonces nosotros deberemos andar con casco por las dudas que alguna parte nos acierte.

Si la China va a ser así, como van las cosas, prefiero a la china del gaucho.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA