Un viaje relámpago del acuerdo al desencanto

La buena imagen que mantiene el gobernador permite al oficialismo vislumbrar un escenario electoral favorable en las legislativas próximas. El presidente del PJ, Guillermo Carmona, opinó que fue irresponsable la mayor apertura dispuesta por Suárez ante los anuncios de Fernández.

Ilustración: Gabriel Fernandez.
Ilustración: Gabriel Fernandez.

En sólo una semana las sonrisas por el acuerdo por la deuda con el Banco de la Nación y por la llegada de esperados fondos de ATN se apagaron el viernes a la noche. Alberto Fernández volvió a encargarse de los anuncios por una nueva etapa de la cuarentena (ahora en la Casa Rosada y con otros mandatarios provinciales a su lado) y fue así como a través de la televisión Suárez y su equipo se enteraron de que Mendoza podría retroceder de fase desde mañana.

En verdad, la sorpresa no fue tan grande porque la reunión previa de gobernadores con el Presidente, por Zoom, había sido bastante tensa en lo que se refiere a Mendoza. Aunque el viernes Fernández sostuvo enfáticamente que hubo acuerdo con los mandatarios de provincias. Pero fue grande el disgusto porque no se esperaba que se “culpara” a las provincias de los males que impiden que el virus siga acechando a los argentinos. Es decir, el anuncio presidencial blanqueó lo que se discutió el jueves; pocos especulaban con que eso se tradujera en la decisión de volver a cierto tipo de encierro otra vez.

Para muchos, ese regreso de Fernández al ámbito que más rédito político le dejó en estos 10 meses de gestión, el de la mesa de consensos contra el virus para hablar en tono paternal a los argentinos, fue necesario para el gobierno central porque las desinteligencias internas (Frente de Todos) y los problemas de la economía terminan golpeando a la imagen del titular del Ejecutivo. Y con él al de toda la gestión. El Presidente busca volver a tener mayor credibilidad y aquella actitud docente para explicar los peligros del Covid 19 le sirvió y mucho. Claro, ahora, tras más de 200 días de cuarentena, el humor de la gente no es el mismo y la sensación de hartazgo por el encierro o las limitaciones sigue en aumento.

A primera vista, la noticia debería favorecer a Suarez en lo que se refiere a su imagen en la población. Junto con el Presidente es el político mejor posicionado a nivel local como resultado, indudablemente, del manejo de la cuarentena, en especial durante los meses iniciales, en los que el alineamiento de la Provincia con la Nación era indiscutiblemente necesario.

Detrás del fastidio que por estas horas invade al jefe del Ejecutivo se presenta el apoyo de la mayoría de los mendocinos, que en distintos ámbitos vienen expresando el deseo de que las restricciones sean cada vez más leves. Si el decreto que dará a conocer el gobierno nacional, y que entrará en vigencia en breve, obligase a la Provincia a retroceder en cuanto a aislamiento social, Suárez tendrá un argumento válido para mostrarse molesto con la Casa Rosada, además, sabiendo que gran parte de la ciudadanía de Mendoza lo respalda.

Lo que no hay que esperar es ninguna rebeldía. Es lo que se comentaba ayer en ámbitos muy cercanos a Suárez. El Ejecutivo provincial siempre ha acatado los alcances de los DNU de la Presidencia por la naturaleza que tienen como norma. Se puede polemizar sobre la reiteración de los mismos, pero sus efectos son los de una ley nacional. Es una postura que decidió Suárez desde el inicio del aislamiento social y que reiteró en cada nueva etapa. Lo que sí se admite es que en esta oportunidad lo sorpresivo del rumbo tomado por Fernández llevará a que los funcionarios locales miren con mayor atención el contenido que en otras oportunidades.

Suárez seguramente advertirá que el posible “ajuste” de la Nación le sirve para su imagen y liderazgo, justo en el último trimestre de un año que le resultó bastante adverso para imponer algunas de sus iniciativas más ambiciosas, tanto durante la pandemia como antes de ella. Y también le es valioso como oportunidad para sellar diferencias internas que en estos meses aparecieron, ya que nunca faltaron, pero siempre en voz baja, quienes no compartieron del todo el alineamiento que hubo con la Nación a partir del 20 de marzo, o los que lo llegaron a criticar por alguna falencia en su conducción política. Probablemente sean varios los que en el radicalismo añoran el estilo más frontal de Cornejo, lo que no supone restarle méritos al modo de gestionar de Suárez.

A propósito de imágenes entre la gente, mediante un tuit la encuestadora Martha Reale señaló que “ninguna medida decretada por el poder central funciona sin acompañamiento ciudadano. El 79% de los mendocinos se opone a nuevas restricciones. Esas soluciones sólo aceleran la caída de credibilidad en Alberto Fernández, que en Mendoza cayó este mes del 52% al 47%”, según los números que maneja la analista.

Desde el PJ local surgieron algunas voces encendidas contra el Gobernador. El presidente partidario, Guillermo Carmona, opinó que fue irresponsable (“un acto de mala fe”) la mayor apertura dispuesta antes de los anuncios de Fernández. Y vaticinó que las consecuencias, malas según su apreciación, las sufrirán los mendocinos.

Aunque reiterativo, es bueno remarcar, ante esta extraña situación que quedó planteada por los dichos del Presidente, que la primera mitad del mandato constitucional de Rodolfo Suárez quedará enmarcada en el resultado del manejo de la pandemia. Y los números siempre impactan. Si no, veamos en qué sustentó la Presidencia incluir a nuestra provincia entre los 18 distritos que retrocederían de fase. En que Mendoza se ubica tercera en casos confirmados de contagio; en utilización de camas, segunda con el 81% ocupadas y 92% sólo en el Gran Mendoza, tercer lugar entre los grandes conglomerados urbanos del país.

Es sabido que la mirada de las autoridades sanitarias de nuestro medio es mucho más optimista, porque sostienen que el nivel de contagios se encuentra en una “meseta” y que el tiempo de duplicación de los casos se ha extendido considerablemente en las últimas semanas. Y hay una estrategia de habilitación de más camas que evitaría el colapso, a pesar de los muy elevados índices de ocupación existentes desde hace un tiempo.

La buena imagen que mantiene el Gobernador permite al oficialismo vislumbrar un escenario electoral favorable en las legislativas del año próximo. No en vano Suárez, en declaraciones a un medio de Buenos Aires, no desaprovechó la oportunidad y lanzó al ruedo públicamente, por primera vez, a Cornejo, Cobos y Sanz como principales figuras para la oferta electoral que ya comienza a palpitarse. Sea o no el artífice de esa propuesta, fue hábil para situarse en el rol del gobernador que, por no tener habilitada la reelección, se erige en el jefe político y en quien debe ostentar el poder para influir en las candidaturas.

Lo que hace sólo una semana mostraba una relación de la Provincia nuevamente distendida con la Nación, de pronto se opacó por diferencias en el plano que menos conflictos había generado. De lo que plantee el enigmático DNU de Fernández surgirá la nueva hoja de ruta hacia Buenos Aires.

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