Opinión
La estafa de la libertad, según Kicillof
Con educación de baja calidad, con salud publica deficiente, el discurso del gobernador de Buenos Aires sobre el Estado presente y la igualdad como opuesto a la libertad, carece de seriedad
Con educación de baja calidad, con salud publica deficiente, el discurso del gobernador de Buenos Aires sobre el Estado presente y la igualdad como opuesto a la libertad, carece de seriedad
En 1983 nadie creía que la democracia duraría tanto tiempo sin interrupciones, pero tampoco nadie suponía que nos daría materialmente tan poco. En 1983 la política y los políticos eran las herramientas principales de transformación social, hoy se los ve como el obstáculo a todo cambio. Pero no está el reemplazo salvo el outsider que vino a luchar solito contra la casta. Aunque ahora debe apelar a la parábola cristiana de la conversión del buen ladrón para encontrar en la casta lo que no existe en ninguna otra parte.
La Argentina tiene un presidente, que como mostraron las elecciones previas de gobernadores en las provincias, no le debe votos a nadie. Esto es un gran activo y también muestra una soledad que lo lleva a buscar cuadros en todos lados, incluso entre los que gobernaron hasta ayer.
Cuando la continuidad de la decadencia parecía asegurada, vino alguien de afuera a romper la hegemonía incontestada de la casta. Javier Milei encarnó la idea de que no hay solución ni posibilidad en el elenco dirigente. Su mensaje sintonizó con la aspiración de millones de argentinos de volver a ser dueños de su destino personal.
Un fin de semana histórico por donde se lo mire. La democracia cumple 40 años continuados. Pero la clase política que tuvo a su cargo tal misión, se agotó en el intento (cuando no se corrompió). Ahora, un nuevo presidente promete volver a empezar para lograr lo que en 40 años resultó imposible: unificar la democracia con el crecimiento. Y, como frutilla del postre, en Mendoza asume por primera vez en estos 40 años (y en bastante más) un gobernador reelegido.
El Milei presidente, a diferencia del Milei candidato, ha adquirido dosis de un sano pragmatismo, de una mayor cuota de realismo, necesarios para la gestión presidencial.
No podemos tener gobiernos verdaderamente republicanos sin un sentimiento republicano genuino en el corazón del pueblo. Es imposible. Los gobiernos se parecen a sus pueblos.
Paradójicamente, la misma sociedad argentina que encumbró al León libertario como presidente, armó un verdadero Frankenstein político durante el extenso y fragmentado calendario electoral que arrancó en febrero y concluyó en noviembre de este año.
En nuestra provincia el fenómeno Milei se huracanizó como en ninguna otra parte del país (junto con Córdoba), demostrando una influencia nula de toda la dirigencia local en la decisión del electorado mendocino acerca de las autoridades nacionales.
Para encarar un programa de reformas necesarias y perdurables que inicien un camino virtuoso de desarrollo económico social, hay que afrontar el desarme del sistema corporativo con las desregulaciones de la economía en primer lugar, terminando con las reservas de mercado y el monopolio de las tramitaciones con el Estado.
Estas elecciones parecieron más de ficción que de realidad,con personajes extraídos de la literatura o el cine. Un Massa que emulando al Dr. Frankenstein quiso crear su propio monstruo y luego morderle la yugular como Drácula. Y un Macri que para salvar a la criatura monstruosa combatió a Massa como el Dr. Van Helsing a Drácula y educó a Milei como Pigmalión a la doncella que transformó en princesa.
La dirigencia oficialista quedó sorprendida por la masiva presencia de fiscales en territorios donde no hay dirigencia libertaria y la del Pro no es muy significativa, “¿de donde salió esta gente?” se preguntaban, repitiendo lo que decían en algunos diarios de Buenos Aires, después del 17 de octubre de 1945.
Es de esperar que luego de la tempestad del desahogo, después de la bronca y el miedo, que con la decisión soberana del voto ciudadano se recupere la calma y la democracia pueda celebrar como corresponde sus 40 años de vida continuada, para empezar a darle a los argentinos todo lo mucho que aún le debe.
Con su frase “el mal argentino es la extensión”, Sarmiento no propone un país más pequeño sino multiplicar la población.
Ponerse a discutir y con un tono de indignación si fueron 30 o 7 mil, me recuerda a los que discuten si los nazis exterminaron a 12 o 6 millones.
la disyuntiva entre Milei y Massa es engañosa. Nada los convierte en buenos candidatos. El sentido común, en todo caso, aconsejaría desconfiar de ambos, aunque por razones distintas. Lo que cada ciudadano resuelva elegir ya entra en el plano de las decisiones personales.
La grieta que nos atravesó estos años fue entre kirchnerismo y antikirchnerismo (incluso hasta volvió, casi sin cambios como si en la Argentina el tiempo no pasara, la de la mitad del siglo XX entre peronistas y antiperonistas). Para colmo ahora tenemos otra grieta, esta vez solo entre los del bando republicano: la de los votomileistas contra los votoblanquistas. Y parece igual de dura que las otras. Siempre todos contra todos y siempre la culpa es del otro. Es que por estos pagos prenden todas las ideologías pero las del liberalismo de la duda razonable, de la tolerancia hacia el pensamiento ajeno, del pluralismo y de las culpas compartidas, no encuentra aún sembradío apto para su maduración, ni siquiera entre sus defensores nominales. Por eso tiene que venir un auténtico liberal como Loris Zanatta, aunque no argentino, para retarnos a todos.
El gobierno argentino actual no puede disimular la degradación a que ha sometido al país en el ciclo infausto iniciado hace veinte años.
Hoy las grietas internas de JxC indican una coalición a punto de estallar. Pero Cornejo no quiere ser el último de los cambiemitas, aunque hoy casi parece serlo. Además, hoy su oasis es Mendoza y el desierto es el resto de la nación. Y JxC no parece en estos momentos con muchas ganar de emprender una nueva conquista del desierto.