El doble desafío de De Marchi, la catarsis peronista y el tsunami que surfeó Cornejo

El creador de La Unión Mendocina debe homogeneizar el rejunte que armó para convertirse en un bloque opositor en la Legislatura. Pero también deberá analizar si tocó su techo hace una semana. En su frente dicen que Orozco “ya fue”, mientras el gobernador electo ya trabaja para quedarse con concejales en Las Heras. El peronismo tendrá mañana su primera reunión para analizar el peor resultado de su historia.

Ilustración: Gabriel Fernández
Ilustración: Gabriel Fernández

Pasó una semana y no hubo ni una llamada. Apenas un mensaje tardío que esquivó el diálogo y que evitó difundir. La caída ante un enemigo íntimo golpeó duro a Omar de Marchi. Tanto que olvidó las “reglas” de buena costumbre de la política: el que pierde llama y felicita, aunque sea a desgano, aunque sea con bronca. De tanto tratar de captar peronistas en los últimos meses, pareció contagiarse los modales de Cristina Kirchner ante la derrota.

El líder de La Unión Mendocina sabía por supuesto de antemano que no iba a ganar. Sus encuestas, las que nunca mostró, se lo decían. Pero como la esperanza, y en su caso el optimismo, es lo último que se pierde, se aferraba a un hipotético voto oculto que lo favoreciera el mismo día de la elección. El voto oculto existió, pero terminó yendo a quien se transformó en su segundo peor enemigo en este proceso electoral, Mario Vadillo.

El Partido Verde, coinciden encuestadores, terminó nutriéndose de muchos de los que votaron a Luis Petri y no querían hacerlo por el ganador, Alfredo Cornejo. Ni tampoco veían en De Marchi una opción. Ese grupo de votantes son los que buscan “lo nuevo” y está claro que quienes salieron primero y segundo en la elección no lo son.

Ahora, De Marchi debe reconfigurar el frente que armó desde las bases para transformarlo en un bloque legislativo opositor del cual él, ya sin cargo alguno, se imagina como el jefe político. Tendrá diez diputados (igual que el peronismo) y ocho senadores (dos menos que el PJ). Una fuerza nada desdeñable, que ya puede anticiparse como ferviente opositora, aunque no lo suficientemente fuerte para bloquear proyectos por sí sola.

Por eso, antes de que asuman en diciembre los nuevos legisladores, tiene un desafío quizás tan o más grande que haber creado La Unión Mendocina: darle cohesión al “rejunte”. Homogeneizar lo heterogéneo. Dotar de un sentido y una dirección a un elenco con orígenes políticos tan diversos que a priori parece muy difícil que convivan. No es sencillo. Puede que el rechazo a Cornejo los haya unido electoralmente, pero para sostener un plan político como oposición se necesita mucho más.

Sobre todo, deberá definir el frente qué papel ocuparán muchos de esos que más que sumar, restan. El peronista Jorge Giménez fue un golpe de efecto en su momento, pero en los hechos tuvo 3.000 votos y 5 puntos menos en San Martín que el candidato a gobernador. En Lavalle, Roberto Righi, en cambio, aunque salió tercero, le obsequió a De Marchi una pelea muy pareja con el PJ y la UCR. Cada caso es distinto. Pero está claro que hay lastre que liberar para avanzar.

Dentro de La Unión Mendocina, muchos se preguntan por qué Alejandro Cazabán ocupa el lugar que ocupa. Esa mirada y desconfianza existe desde siempre, pero la derrota por supuesto la potenció. El ex mano derecha de Celso Jaque en la gobernación es un operador político de De Marchi y fue, en el proceso de armado del frente, una suerte de “atrapaperonistas”. En el peronismo se mofan de su éxito: nunca logró la foto que tanto buscó del candidato con Matías Stevanato, el intendente de Maipú.

Por supuesto, hay antes que ellos una figura que capta todas las miradas y por ahora es un interrogante sin respuesta: Daniel Orozco. El aporte que podía hacer el aún intendente de Las Heras pareció haber concluido el domingo y sus servicios ahora están más devaluados que el peso.

El lunes pasado, los dos integrantes de la fórmula tuvieron una larga charla cara a cara. Dicen que de más de tres horas. Al día siguiente, el lasherino partió a Buenos Aires y no estuvo en el primer encuentro poselectoral de LUM con todos los legisladores y concejales en funciones y electos.

Hubo luego una reunión de De Marchi y Jorge Difonso, su principal socio dentro del frente, sólo con los concejales de Las Heras. Hay un interés especial en ellos: si llegan todos a diciembre dentro de LUM, serán la mitad del cuerpo y complicarán al intendente electo, el radical Francisco Lopresti.

¿Por qué las dudas sobre cuántos serán? Todos saben que Cornejo buscará captarlos. De hecho, el gobernador electo ya está trabajando en eso. “En dos meses van a ser todos oficialistas”, aseguró a uno de sus laderos hace unos días. Se va a ocupar personalmente de que Lopresti haga una buena gestión municipal.

El control del municipio, y sobre todo de la caja, era la gran obsesión de Orozco. Por eso, cuando vio que no iba a poder imponer como candidato a Martín Bustos en Cambia Mendoza, mandó emisarios a De Marchi y dio el salto. Un café de la Quinta Sección fue el escenario donde se hizo el acuerdo que primero fue sorpresa y luego generó su debacle política.

Seguramente, en el tiempo que viene las causas judiciales que lo tienen en la mira, desde el manejo irregular de fondos a través de una cooperativa trucha hasta abusos sexuales, se acelerarán. Sobre todo cuando concluya su caótico segundo mandato.

Una de las personas que más lo trató en los últimos meses cuenta el impacto: “Con las denuncias, lo quebraron. Envejeció cinco años. Si llegó hasta la elección fue porque su pareja (Janina Ortiz) lo sostuvo”. En el frente opositor admiten que Orozco “ya fue”.

Ahora bien, ¿cuánto influyeron en el resultado esas denuncias? A juzgar por los números finales, incluso hasta puede haber tenido un efecto bumerán para el radicalismo cuando se los compara con los de las PASO.

Lopresti tuvo 3.000 votos menos que la suma de los tres postulantes de Cambia Mendoza, Bustos creció 2.500 (tras un generoso reparto de bolsones de alimentos y electrodomésticos) y Adriana Cano perdió 2.000 respecto de todo el PJ. Si alguien se benefició de todo el escándalo desatado tras las primarias fue el Partido Verde, que casi triplicó sus votos. Pero como dijo un dirigente del oficialismo provincial, la política no son matemáticas y ellos van a gobernar Las Heras.

De Marchi, además del desafío de darle identidad a su frente, tiene por delante uno más personal: cómo seguirá su carrera política. El resultado de hace una semana puede alimentar su ego. Fue su mejor elección provincial (duplicó su mejor porcentaje) y también la mejor de una tercera fuerza nueva. Pero también puede ser que su tercer intento por llegar a la Gobernación haya marcado su techo. Los votos a Vadillo son una señal. Si es así, para potenciar el frente deberá asumir lo que pocos en política están dispuestos a aceptar: que su tiempo pasó y debe ceder el protagonismo.

Así como el resultado provincial dejó expuesto el desgaste de Cornejo y Cambia Mendoza, también hay un dato que evidencia el declive del ex presidente del Pro y el PD. En Luján, su territorio, tuvo 4.000 votos y cinco puntos menos que su candidato a intendente, Esteban Allasino, un ignoto hasta hace seis meses. Tan desconocido era que toda la campaña estuvo concentrada en asociarlo al ex intendente para potenciarlo. Además, el lujanino venció en su tierra a Cornejo por sólo seis puntos, cuando esperaba hacer allí una mayor diferencia para hacerla pesar en la provincia.

De Marchi deberá competir ahora con el peronismo por ser la principal oposición. Si bien tendrán paridad legislativa, el PJ ganó otro municipio y gobernará siete desde diciembre, pese a haber hecho la peor elección de su historia. Hay algo claro ya: Cornejo buscará posicionar como sus interlocutores a los intendentes peronistas y hará todo lo necesario para acorralar y vaciar políticamente a quien fue su aliado durante ocho años y hoy es su enemigo.

El gobernador electo tendió puentes con el sanrafaelino Omar Félix, el lavallino Edgardo González y el malargüino Jaque, que ahora para los radicales pasó a ser “el Celso”. Los amores en la política son extraños. Además, nunca cortó su histórico y estrecho vínculo con Carlos Ciurca, que rompió su alianza con La Cámpora cuando el tercer puesto ya era inexorable y es el padrino político de la santarrosina Flor Destéfanis.

Destéfanis se convirtió a fines de 2022 en presidenta del PJ impulsada por Anabel Fernández Sagasti. Ahora se quedó con el cargo y su mentor se acerca como estratega a los intendentes que antes enfrentó.

Hay uno de ellos solamente que no parece entrar en los planes de seducción de Cornejo: Stevanato. El sentimiento de rechazo es mutuo. El maipucino quiere posicionarse como la nueva cara del PJ y empezará a desplegar su plan para 2027.

El lunes, la cúpula del PJ tendrá la primera reunión poselectoral para empezar a ver cómo siguen. Deberían empezar por una autocrítica. Todos, no sólo la fórmula, tienen que ver con ese 13% del domingo anterior. Y esta vez no se las podrán agarrar con el candidato: Omar Parisi ya volvió a trabajar junto a Fredy Vila y poco le van a importar los reproches partidarios.

En algo coinciden De Marchi y los peronistas: el gobernador que vuelve no tendrá la fuerza que tuvo y la crisis que se avecina le dificultará todo más. Pero mientras ellos pronostican ese futuro oscuro, en el radicalismo están convencidos de que esa sombra amenazante ya se abatía sobre sus posibilidades desde principios de año, con el tsunami anti oficialismo y anti política que atraviesa al país y que se notó sobre todo en las provincias vecinas. Cornejo, después del triunfo, se siente un sobreviviente.

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